La última propuesta del Ministerio de Educación ha sido la de
permitir que las universidades establezcan estudios de grado de tres cursos,
que podrían completarse con otros dos años de master.
A propósito de este tema, los responsables de educación han hecho
diversas afirmaciones: unas verdaderas, otras verdades a medias y otras
directamente que no se han hecho o se han intentado ocultar.
Es verdad que en los países de nuestro entorno esta modalidad de
organización es habitual y que era un perjuicio para los estudiantes españoles
tener que cursar cuatro años para conseguir el mismo título que la mayoría de
nuestros vecinos europeos consigue en tres.
No son tan evidentes otras de las virtudes que se le atribuyen. Verdades
a medias, ya que se tienen que dar una serie de condiciones para que se
cumplan.
Se afirma que los estudiantes se incorporarán antes al mercado
laboral, y que ellos y sus familias se ahorrarán un año de estudio y de dinero.
Pero ¿existe mercado laboral al que incorporarse?. En la actualidad los centros
educativos están más desbordados que nunca precisamente porque no existe
demanda de empleo. Incluso los que ya trabajaban han vuelto a las aulas porque
se han quedado en paro.
Suponiendo que hubiera empleo, ¿cuál va a ser la situación laboral
de un titulado de tres años frente a los que hayan estudiado dos cursos más de
master?, ¿cuál va a ser la valoración que el mercado de trabajo haga de estos graduados
venidos a menos?, ¿cuáles van a ser los puestos que ocupen y su remuneración? –Venidos a menos porque este título equivale
supuestamente a la licenciatura que se cursaba en cinco años o a los estudios
de grado de cuatro años, y venidos a menos porque bajan un nivel en la escala
de formación-.
¿Favorecen estos cambios el acceso a la educación?. En este
aspecto la situación se omite.
Según los datos del “Observatorio del Sistema Universitario” de
los 33 estados de la Unión Europea estudiados en la inmensa mayoría de los
países de nuestro entorno ya los estudios de grado son más baratos que en
España. España es el décimo país más caro teniendo en cuenta además que de los
23 restantes, en 11 estos estudios son totalmente gratuitos y en los otros 13
el precio oscila entre los 7€ de la República Checa y los 1066€ de Portugal
pasando por ejemplo por Francia donde el precio es de 180€ frente a España, en
donde el precio medio es de 1650€.
En el caso de los másters, en 21 países el precio máximo por curso
no supera los 1300€ mientras que en España es de 4000€. España es uno de los
países en el que la diferencia entre el precio del grado y del master es mayor.
Por una parte, una vez más la convergencia con Europa es sólo
parcial: convergemos en el número de cursos pero no en el precio, con lo cual a
un alumno español no sólo le cuestan más sus estudios de grado sino que los
masters se le disparan. Y por otra, esto significa que con el cambio a tres
años de grado más dos de master, el precio del cuarto curso le puede costar
unos 2500€ más que en la actualidad.
Si a esto le sumamos el aumento de las tasas universitarias en los
últimos años, la reducción de las cuantías de las becas, el aumento del paro y
la caída de los salarios, parece que este cambio va a ser una dificultad más
para que muchos alumnos puedan acceder a ciertos niveles educativos.
Por muy bien que fueran las cosas en la reducción del paro y en la
situación en que se contrate a los graduados, esta dificultad económica para
acceder a estos estudios superiores “contamina” todo lo demás ya que rompe con el
derecho de todos a una educación de calidad quedando cada vez más esa educación
para los que puedan pagársela.
Un retroceso sin duda en la igualdad de oportunidades, una
selección de los alumnos no por sus cualidades intelectuales y capacidad de
trabajo –por esa excelencia que tanto gusta ahora-, sino por las posibilidades
económicas de las que disponga sus familia.