Con la mirada puesta ya en las elecciones del 2015 las diversas
fuerzas políticas han comenzado sus estrategias.
Las próximas elecciones son especialmente relevantes tras el varapalo
que “los partidos de siempre” han recibido como consecuencia del hartazgo de
una buena parte de los votantes y de la falta de reflejos de estas formaciones
demasiado seguras de sus posiciones dominantes.
La crisis económica y las decisiones tomadas para su superación combinadas
con innumerables casos de corrupción más una fuerza política que en pocos meses
ha sido capaz de recoger el descontento de un número considerable de votantes,
han dado lugar a un nuevo panorama político y a una nueva situación en la que los
partidos deben de moverse.
En este nuevo panorama un cambio de cara, un nuevo lema o una
musiquilla original no son suficientes para responder a demandas e inquietudes
de los ciudadanos. Se acumulan ya demasiados casos que dan pie a pensar que
corrupciones y corruptelas no son prácticas de individuos particulares sino una
forma generalizada de funcionamiento, resulta difícil pensar que compañeros y
ejecutivas de los partidos desconocían esta situación, es complicado no tener
la sensación de que algunos tienen impunidad para cometer delitos.
Y ante esta situación es necesario un reinicio del sistema, reinicio
que sólo pueden poner en práctica nuevos líderes con poder real al margen de
barones, exsecretarios generales o expresidentes, líderes con voluntad para dar
un giro radical en prácticas y tendencias de años e incluso de décadas.
Es necesario reiniciar el sistema tras eliminar los virus e instalar
un nuevo software que repare las deficiencias del anterior.
No es cuestión fácilmente solucionable. Demasiado tiempo, demasiadas
personas implicadas, demasiados intereses dentro y fuera de los partidos e
incluso demasiada costumbre de “ser solidario con los corruptos de mi grupo”
son barreras difíciles de eliminar.
Además, ya no hablamos de grandes ideas o discursos altisonantes en
los que los políticos son expertos, hablamos de cuestiones concretas sobre las
que los ciudadanos quieren respuestas precisas, claras y fiables.
¿Cuánto cuesta al Estado la financiación de partidos políticos,
sindicatos y fundaciones varias dependientes de ellos? ¿Cuál es la procedencia
del resto de la financiación que reciben? ¿Qué relación existe entre los
donantes y las empresas que realizan obras o servicios públicos? ¿Qué préstamos
se han perdonado y qué bancos lo han hecho?
¿Cómo se justifica que algunos políticos tengan bienes por un valor
muy superior al sueldo recibido? ¿Quién, cuándo, cómo y por qué se reciben
dietas o complementos? ¿Cuál es la cuantía de esas cantidades?
¿Quiénes y de qué partidos eran los miembros de los consejos de
administración que han llevado a la ruina a las cajas de ahorro?
¿Quién se acoge a amnistías fiscales y de dónde procede ese dinero?
¿Quién se ha enriquecido meteóricamente mientras se recortan servicios, aumenta
el paro y se desahucia familias? ¿Qué políticas, qué individuos, qué grupos han
tomado estas decisiones que les han enriquecido y por qué las han tomado?
¿Cuál ha sido el coste de las privatizaciones? ¿Se han hecho para mejorar
los servicios, para ahorrar o para beneficiar a terceros?
¿Cómo garantiza un partido que va a cumplir su programa electoral? ¿A
qué controles van a someterse sus diputados, concejales o presidentes? ¿En qué
circunstancias concretas expulsarán a un miembro de su partido implicado en
casos de corrupción y qué medidas ha tomado ya con quienes están implicados?
Quienes sean capaces de este reinicio, quienes sea capaces de la
máxima concreción, quienes en la práctica comiencen ya a cumplir, serán quienes
recuperen la confianza de unos ciudadanos que por el momento siguen esperando.