domingo, 14 de septiembre de 2014

REINICIAR EL SISTEMA.

Con la mirada puesta ya en las elecciones del 2015 las diversas fuerzas políticas han comenzado sus estrategias.
Las próximas elecciones son especialmente relevantes tras el varapalo que “los partidos de siempre” han recibido como consecuencia del hartazgo de una buena parte de los votantes y de la falta de reflejos de estas formaciones demasiado seguras de sus posiciones dominantes.
La crisis económica y las decisiones tomadas para su superación combinadas con innumerables casos de corrupción más una fuerza política que en pocos meses ha sido capaz de recoger el descontento de un número considerable de votantes, han dado lugar a un nuevo panorama político y a una nueva situación en la que los partidos deben de moverse.
En este nuevo panorama un cambio de cara, un nuevo lema o una musiquilla original no son suficientes para responder a demandas e inquietudes de los ciudadanos. Se acumulan ya demasiados casos que dan pie a pensar que corrupciones y corruptelas no son prácticas de individuos particulares sino una forma generalizada de funcionamiento, resulta difícil pensar que compañeros y ejecutivas de los partidos desconocían esta situación, es complicado no tener la sensación de que algunos tienen impunidad para cometer delitos.
Y ante esta situación es necesario un reinicio del sistema, reinicio que sólo pueden poner en práctica nuevos líderes con poder real al margen de barones, exsecretarios generales o expresidentes, líderes con voluntad para dar un giro radical en prácticas y tendencias de años e incluso de décadas.
Es necesario reiniciar el sistema tras eliminar los virus e instalar un nuevo software que repare las deficiencias del anterior.
No es cuestión fácilmente solucionable. Demasiado tiempo, demasiadas personas implicadas, demasiados intereses dentro y fuera de los partidos e incluso demasiada costumbre de “ser solidario con los corruptos de mi grupo” son barreras difíciles de eliminar.
Además, ya no hablamos de grandes ideas o discursos altisonantes en los que los políticos son expertos, hablamos de cuestiones concretas sobre las que los ciudadanos quieren respuestas precisas, claras y fiables.
¿Cuánto cuesta al Estado la financiación de partidos políticos, sindicatos y fundaciones varias dependientes de ellos? ¿Cuál es la procedencia del resto de la financiación que reciben? ¿Qué relación existe entre los donantes y las empresas que realizan obras o servicios públicos? ¿Qué préstamos se han perdonado y qué bancos lo han hecho?
¿Cómo se justifica que algunos políticos tengan bienes por un valor muy superior al sueldo recibido? ¿Quién, cuándo, cómo y por qué se reciben dietas o complementos? ¿Cuál es la cuantía de esas cantidades?
¿Quiénes y de qué partidos eran los miembros de los consejos de administración que han llevado a la ruina a las cajas de ahorro?
¿Quién se acoge a amnistías fiscales y de dónde procede ese dinero? ¿Quién se ha enriquecido meteóricamente mientras se recortan servicios, aumenta el paro y se desahucia familias? ¿Qué políticas, qué individuos, qué grupos han tomado estas decisiones que les han enriquecido y por qué las han tomado?
¿Cuál ha sido el coste de las privatizaciones? ¿Se han hecho para mejorar los servicios, para ahorrar o para beneficiar a terceros?
¿Cómo garantiza un partido que va a cumplir su programa electoral? ¿A qué controles van a someterse sus diputados, concejales o presidentes? ¿En qué circunstancias concretas expulsarán a un miembro de su partido implicado en casos de corrupción y qué medidas ha tomado ya con quienes están implicados?
Quienes sean capaces de este reinicio, quienes sea capaces de la máxima concreción, quienes en la práctica comiencen ya a cumplir, serán quienes recuperen la confianza de unos ciudadanos que por el momento siguen esperando.

NUEVO CURSO, PROBLEMAS ENQUISTADOS.

El historiador griego Plutarco escribía en el siglo I: El primer mensajero que dio la noticia sobre la llegada de Lúculo estuvo tan lejos de complacer a Tigranes que éste le cortó la cabeza por sus dolores..." Esta es la primera referencia de la que procede la expresión “matar al mensajero, costumbre aplicada en la antigüedad a los portadores de malas noticias. Ahora, sin llegar a esos extremos, con demasiada frecuencia continuamos arremetiendo contra el portador de las noticias y no sobre el verdadero responsable de las mismas.
Hace algunas semanas yo mismo comentaba algunas a mi entender- deficiencias metodológicas y de contexto que presentaba el informe PISA: qué aspectos se valoran, antecedentes de cada país, problemas específicos sobre la educación que damos a nuestros hijos. Señalando estas deficiencias no pretendía matar al mensajero “PISA”, sino abordar algunas de las múltiples aristas que muestra esta situación, aristas que frecuentemente se simplifican y se toman como verdades absolutas que echan por tierra todo un sistema educativo.
Centrándome ahora en los aspectos internos de la escuela creo que a la hora de mejorar los resultados obtenidos hay que tener en cuenta aspectos fundamentales demasiado enquistados: la metodología utilizada en las clases, el número de alumnos que atiende cada profesor, la formación del profesorado y la correcta inversión económica.
Algunos relacionan los malos resultados obtenidos con los cambios que se han producido en la forma de impartir las clases y reivindican una vuelta a las antiguas formas. No es momento de detallar cada punto posible y no todo lo anterior es negativo, pero la cultura y la sociedad han cambiado, los alumnos han cambiado y por tanto las formas de la escuela deben de cambiar.
Fundamentalmente en las etapas obligatorias, hay que motivar y despertad curiosidad. Hay que combinar la formación en su sentido más clásico de aprendizaje de contenidos con la utilización de la información que tenemos al alcance de la mano en unos pocos clicks. Hay que potenciar que el alumno una vez orientado, encamine su aprendizaje por aquellos caminos que despiertan su interés y a partir de aquí aprenda a utilizar habilidades y recursos para completar ese aprendizaje.
En cuanto a los alumnos que atiende cada profesor, desconozco que aspectos influyen para que según las estadísticas haya un profesor por cada diez o doce alumnos -según los niveles-. Si sé que un profesor de una materia de tres horas, atiende en secundaria  a 175 o 210 alumnos semanales –según la Comunidad de la que se trate-, y entre 210 y 245 si son de bachillerato. Y si sé que con ese número de alumnos muchas cosas son imposibles.
Otro aspecto fundamental es la formación del profesorado. Tenemos que reconocer la necesidad de una formación continúa en lo referente a las nuevas y variadas situaciones que se dan en la escuela, a los rápidos cambios que se dan en el alumnado y que con frecuencia nos desbordan. Y como consecuencia, hay que desarrollar planes desde las necesidades reales que se dan en los centros y que el profesorado demanda.
Y en cuanto al gasto habrá que analizar con detenimiento cómo se gasta en los países cuyos resultados destacan del resto y habrá que tener en cuenta que ese desfase educativo-generacional que llevamos con respecto a otros países influye en los resultados de los alumnos actuales y exige un gasto extra para acortar esta diferencia.
Para acabar, unas ideas quizá descabelladas. Mayor confianza en los profesionales de la educación que estamos en las aulas, mayor coordinación con quienes ven las necesidades de esos alumnos fuera de las aulas trabajadores sociales, etc.- y en todos, una visión de futuro no movida por intereses puntuales.