viernes, 29 de enero de 2010

COMENZAR POR EL TEJADO.

Hace ya tiempo que ronda por los centros la idea de que sería necesario aumentar los cursos de bachillerato para mejorar el nivel de conocimientos de estos alumnos. Ahora, tras una primera propuesta del Partido Popular, el Ministro de Educación parece recoger el guante en lo que quizá sería el comienzo del famoso e inexistente Pacto por la Educación.

Con toda seguridad esta propuesta será bien acogida tanto por los profesores que imparten clase en este nivel como por las universidades; ya que a pesar de las constantes llamadas de atención de los profesores sobre los niveles de los alumnos, sólo cuando este problema ha sido constatado en los primeros cursos universitarios se ha comenzado a tomar más en serio.

Sin embargo, este nuevo planteamiento abre algunos interrogantes: ¿Existe otro tipo de cambio mejor que el planteado? Evidentemente sí.

Alargar el bachillerato para mejorar el nivel de acceso a la universidad no soluciona los verdaderos problema de la educación. El problema fundamental no está en los cursos superiores sino en la base: en mejorar la calidad de la enseñanza obligatoria, mejorando así no sólo el nivel de los alumnos que acceden a bachiller, sino el de toda la población: estudien posteriormente o no lo hagan.

Comenzar por el bachillerato es comenzar por el tejado manteniendo unos cimientos de barro: deficiencias en lectura, en expresión, en cuestiones matemáticas básicas, etc.

Si sólo se toman medidas en este nivel superior el resto de la población queda al margen, y se establece así una desigualdad condenando a este resto de alumnos a unos niveles académicos similares a los actuales que como todos sabemos necesitan una mejora sustancial.

Debe reforzarse considerablemente la educación obligatoria y mejorar su calidad para lo cual, y a mi entender, se debería: reducir los alumnos por aula, reducir el número de profesores que imparte clase en cada grupo de secundaria y dar al profesorado una formación práctica y realista para poder enfrentarse con éxito a los problemas que se le plantean.

viernes, 22 de enero de 2010

INTERNET: UN MUNDO DE POSIBILIDADES Y PELIGROS.

La generalización del uso doméstico de Internet ha venido a complicar todavía más la difícil tarea de ejercer de padres. La red ha abierto un mundo de posibilidades en el que al alcance de unos pocos “clics” lo mismo puedes acceder al Diccionario de la Real Academia, a la clasificación de la liga de fútbol que a una asociación que fomenta la violencia o a otra con las más extrañas prácticas sexuales.
La cuestión se complica porque los jóvenes suelen aventajar con creces los conocimientos de los padres, pero nuestra función no puede reducirse a enchufarles el ordenador para que “naveguen”: si los dejamos navegar solos en este mar tan complejo es muy posible que se ahoguen.
El primer problema que suele surgir es “cuándo es conveniente que comiencen a utilizar el ordenador”. Si ya lo tenemos en casa la respuesta es sencilla: cuanto antes mejor. Existen programas para los más pequeños en los que al mismo tiempo que aprenden los colores, las formas, los animales... van adquiriendo soltura en el manejo del ratón y del ordenador en general. Con el descubrimiento de los juegos y los mensajes llegarán las reivindicaciones para comprarlo y, aunque no se puede fijar una edad, si que debemos favorecer y potenciar el acceso a las nuevas tecnologías ya que el uso de la informática junto con los conocimientos de inglés son ya instrumentos necesarios en la sociedad del siglo XXI, requisitos cada vez más imprescindibles para el trabajo y recursos cada vez más indispensables en la vida cotidiana.
Cuando "nos enfrentamos" a Internet, nuestras principales responsabilidades son: orientarles y controlar los contenidos a los que se puede tener acceso y enseñarles que la red no es exclusivamente un instrumento de ocio, sino que además de constituir un recurso importante para sus estudios y su futuro trabajo, como fuente de información o como forma de comunicación, es también una posibilidad para que ellos sean agentes activos participando por ejemplo en campañas para denunciar la violencia de género o los delitos ecológicos -http://www.es.amnesty.org/ o http://www.greenpeace.org/espana/- e incluso creando ellos sus propios materiales o páginas web para expresar sus ideas, denuncias, etc.
La red es un mundo complejo, de fácil acceso, que presenta nuevos problemas, que es inevitable, al que no hay que temer pero frente al que hay que tomar algunas precauciones.
En el caso de los niños es necesario no sólo comenzar a navegar con ellos, sino también utilizar programas de navegación y de control adaptados a su edad. Es fácil encontrar en la red navegadores pensados para los más pequeños que además de ofrecerles contenidos interesantes limitan el acceso exclusivamente a aquellas páginas apropiadas a su edad. Para los más mayores que ya van navegando solos existen programas que evitan el acceso a páginas de tipo violento, sexual, etc.
En el caso de los contactos a través de la red, a los que son tan aficionados, no es conveniente el acceso a chats libres en los no se puede ejercer un control de las personas que participan, es mejor utilizar programas de mensajería –el más popular es el Messenger- en los que se pueden filtrar los contactos con los que conversar o jugar, por ejemplo dejar exclusivamente a los compañeros de clase.
El control de la actividad a través de la red puede hacerse controlando el historial del navegador para ver en qué páginas han estado o incluso instalando un programa que registra toda la actividad del ordenador.
Los navegadores adaptados para niños, los programas de control y registro de la actividad del ordenador, son programas que se pueden encontrar en Internet de forma gratuita y legal. Desde un buscador o en páginas específicas de descarga de software pueden encontrarse con relativa facilidad.
Cuando la edad, la prudencia o el derecho a la intimidad de nuestros hijos lo aconsejen, tendremos que ir eliminando estos programas. Será entonces el momento de confiar en que todas esas orientaciones que tantas veces hemos repetido y que aparentemente se han perdido en el espacio infinito afloren, y sean ellos mismos quienes se autocontrolen. Vamos...como en el resto de facetas de la vida.