Cuando en la época moderna se
implanta el sistema democrático, los partidos políticos surgen como
instrumentos de organización en unas sociedades complejas y muy numerosas en
los que una democracia directa sería inviable. Su función consiste en recoger y
organizar las ideas de la sociedad y crear una estructura con la aspiración de
alcanzar el gobierno y llevar a la práctica sus ideas.
Originalmente, el concepto de
partido era el de una estructura que se levantaba desde militantes y simpatizantes,
personas normales y corrientes que como tales estaban presentes en todos los
ámbitos de la vida social y que como tales vivían y recogían las inquietudes de
obreros, comerciantes, maestros, administrativos, pequeños comerciantes... De
forma similar a la estructura de una planta, como pequeños filamentos de sus
raíces están presentes en la base de la sociedad y trasmiten sus inquietudes y
demandas a través de asambleas y corporaciones al tronco: los órganos de
gobierno, formado a su vez por las personas que se han mostrado más capaces en
este proceso ascendente.
De forma inversa, una vez
alcanzado el gobierno, los responsables deben dar cuenta ante los militantes de
cómo han gestionado la solución a los problemas que las bases habían puesto en
sus manos.
Sin embargo este concepto inicial
se modifica. Los órganos de gobierno cortan su dependencia con las bases, los
encargados de gestionar el partido se profesionalizan permaneciendo décadas en
sus puestos y nombrando a su antojo responsables y sucesores entre afines,
amigos y sobrinos; los representantes de algunas circunscripciones apenas las
visitan cada cuatro años para dar un par de mítines, desaparece el debate
interno y la discrepancia se paga con la exclusión de las listas.
Pero esta profesionalización,
esta ruptura con los que estaban inmersos en la vida y en la problemática
cotidiana, supone también una ruptura con la realidad.
Las estadísticas y las cifras
macroeconómicas son ahora en el mejor de los casos "la realidad".
Pero, como se puso de manifiesto en aquel famoso programa, no saben cuanto
cuesta un café. Ni un café, ni el transporte para ir a trabajar, ni el gas para
la calefacción, ni los libros del colegio... Ni si se puede vivir con el
salario mínimo, ni lo que supone para muchos estudiantes subir las tasas
universitarias y reducir las becas o para muchas familias no dar ayudas para el
comedor escolar. Las decisiones se toman como quien juega al monopoli: compro
una calle, paga más por tener una casa, con esta tarjeta te quedas sin cobrar...
recojo el tablero y a otra cosa.
En este proceso de cambio la
democracia evoluciona a lo que C. Couch llama "posdemocracia". En
este nuevo estado "el aburrimiento, la frustración y la desilusión han
logrado arraigar tras un momento democrático, y los poderosos intereses de una
minoría cuentan mucho más que los del conjunto de las personas corrientes a la
hora de hacer que el sistema político las tenga en cuenta..."
En esta nueva situación la
participación en las elecciones es baja, las prioridades de los gobiernos son
marcadas por élites políticas y económicas, se manipula a la ciudadanía a
través de campañas publicitarias, los partidos políticos están bajo la presión
de los poderes económicos, la mayoría de los ciudadanos desempeñan un papel
pasivo en la vida política, el debate electoral es un puro espectáculo, el
sistema es cada vez menos redistributivo...
"Democracia" es un concepto confuso. Tomado en contraposición a tiranía siempre mantiene una valoración positiva, pero hay democracias y Democracias. Si las decisiones se toman al margen de la sociedad civil, si no existen movimientos sociales en
torno a los temas fundamentales, si la globalización económica desborda y
condiciona a las instituciones estatales... de democracia nos va quedando sólo
el nombre.