sábado, 29 de septiembre de 2012

LA NUEVA LEY DE EDUCACIÓN. LOMCE.

Con sus luces y sus sombras, especulaciones y sospechas se ha presentado el anteproyecto de la nueva ley de educación. Esta nueva ley -LOMCE- nace en sus aspectos básicos con defectos iguales o muy parecidos a los de sus hermanas mayores: no está basada en el consenso, no tendremos un plazo para ver si funciona y no se podrán financiar las intenciones que sobre el papel se propone alcanzar. Por tanto ya desde este punto de vista, es una ley en la que no se puede albergar muchas esperanzas.
Un proyecto del calado y la trascendencia de una Ley Orgánica de Educación que modifica aspectos fundamentales del proceso educativo de un país, no puede ser un proyecto de un ministro, de un gobierno o de un partido. La base fundamental, la estructura sobre la que poder fijar todo el edificio social que sobre ella se construye, tiene que ser una estructura firme y bien asentada, que sea eficaz y de seguridad. Todo ello es imposible sin un consenso de las fuerzas políticas que asegurara su continuidad en el tiempo, todo lo contrario de lo que has ahora está sucediendo.
Por lo cual, parece que volvemos a tener una ley que durará el mismo tiempo que el partido que la va a aprobar permanezca en el poder y parece que, como en casos anteriores, será derogada antes de saber qué aspectos positivos o negativos aporta: reformas estructurales de este relevancia no pueden valorarse en unos pocos cursos.
También como sus hermanas mayores, recalca o modifica aspectos que para llevarse a cabo  necesitan una financiación adicional, justamente cuando los protagonistas del momento son los recortes. Por ejemplo, señala la necesidad de incidir en el desarrollo de las TIC –tecnologías de la información y de la comunicación- cuando este curso se ha reducido un 56% el presupuesto dedicado a estas tecnologías. O recurre a la siempre políticamente correcta “atención personalizada” al mismo tiempo que aumentan los alumnos y disminuyen los profesores.
En sus aspectos más específicos y novedosos –si la comparamos con las leyes de los últimos cuarenta años-, sobresale la recuperación de los “exámenes de reválida” y la implantación de pruebas de diagnóstico.
Establecer evaluaciones de diagnóstico para ver como estamos en un determinado momento; puede ser un buen aliciente para centros y estudiantes. Sin embargo, el diagnóstico educativo –o médico- tendría que tener como fin principal no sólo detectar cuales son las carencias o dificultades, sino también establecer los remedios necesarios para que esas insuficiencias sean superadas y alcanzar así el nivel exigido. En la ley, sólo se habla de pruebas con carácter informativo y en la práctica, el recorte de profesorado es un recorte en profesores de apoyo y desdobles con lo cual el diagnóstico será sólo para decirnos que estamos enfermos pero no para curarnos.
Como consecuencia los alumnos que no alcancen los niveles adecuados, aunque esto se detecte en las pruebas que realicen, no tendrán en el centro educativo la atención necesaria para superar sus carencias.
En cuanto a las pruebas para titular o acceder a determinados estudios también tienen su lado negativo: ¿qué ocurre con los que no las superan? Los alumnos no son piezas de un proceso productivo que se desechan si no superan un control de calidad: permanecen en la sociedad, tienen que integrarse en la vida y en el mundo laboral y por tanto hay que establecer un mecanismo para ello.
Creo que acertamos si establecemos metas que potencien los niveles y la autoexigencia. No creo que hacer depender la titulación de una prueba sea un acierto. Nos equivocamos si las oportunidades para alcanzar un determinado nivel no son las mismas para todos, si no se ofrece una salida a los alumnos que van quedando atrás, si un mal año o la necesidad de un apoyo nos pueden dejar a la cola del pelotón a no ser que nuestra familia pueda pagar la ayuda que necesitamos.

INCULCANDO ESTRESS

No hace mucho veía una película de acción de hace unos años y me quedaba sorprendido por sus largos diálogos. En su momento era una película dinámica y enérgica, con sus escenas de persecuciones y tiros. Ahora desconciertan sus largos minutos de conversaciones, su argumento elaborado, incluso sus tramas paralelas.
Poco a poco y sin darnos cuenta nos hemos ido acostumbrando a otro tipo de cine de acción, el actual: argumentos simples que con una cantidad ingente de efectos especiales forman una sucesión ininterrumpida de escenas increíbles, escenas que a velocidad de vértigo se convierten en una película.
No es casualidad que el cine haya tomado estos derroteros, al resto de la vida le ha pasado lo mismo.  Y un poco unos y otro poco otros, colaboramos a que así sea.
Nos levantamos, desayunamos, llamamos a los niños, preparamos desayunos y almuerzos, los volvemos a llamar porque no se han levantado, deshacemos las camas, mientras desayunan nos duchamos, mientras nos duchamos ventilamos las habitaciones, cuando salimos de la ducha les “vamos empujando” para que se laven y se vistan, hagan las camas, las mochilas,  “sal ya del baño” “cuanto tiempo llevas peinándote”...
Con los minutos contados salimos hacia el colegio. Acelero, el semáforo está en amarillo pero voy justo. Aparco en doble fila, los llevo rápidamente no vaya a ser que los municipales... beso, beso y hasta la tarde.
Ahora “una tranquila jornada de trabajo”, tal como están las cosas sin problemas de ventas ni riesgo de despidos.  A la hora del café llamo al pediatra, otro rato se me va la cabeza a la lista de la compra, a que llega el frío y a que a la mayor le hacen falta camisetas.
Por fin salimos de trabajar, los niños en el comedor haciendo alguna extraescolar y/o los deberes porque a la salida no tienen tiempo de hacerlos todos. Comemos, recogemos, vamos a buscarlos. Merienda en el coche y vamos rápido uno a la piscina y otro a inglés, mañana fútbol.
Ya en casa. La comida de mañana, la cena de hoy, no he puesto la lavadora y no hay chandals limpios... Sí, es una resta con llevadas; ¿has hecho lo de plástica?, dejo esto en el fuego y voy, el cuaderno lo dejaste en el segundo cajón ¡tiene que estar allí!
A la ducha y después podéis jugar un rato a la consola -a uno de esos juegos que les pone en tensión y estimula sus nervios- o podéis ver en la tele quizá alguna película de acción.
Añadamos lo de trabajar a turnos o partido, guardería desde no sé que horas de la mañana, ir al hiper...
De paso, cada vez más de moda las bebidas estimulantes, estar todo el día pendiente del móvil, estudiar al mismo tiempo que chatear en el twenti. Y de paso, más cantidad de adultos, niños y adolescentes con problemas de ansiedad.
Si vivimos en constante tensión trasmitimos tensión, si estamos nerviosos y gritamos nuestros hijos están nerviosos y gritan, si estamos susceptibles cualquier cosa es un mundo. Necesitamos parar, estar un rato solos buscando la tranquilidad, a nuestra pareja, a nuestros amigos. Conversar, y no repetir mantras. Trasmitir calma, que no por mucho madrugar amanece mas temprano, que “no hacer nada” durante un rato no es lo mismo que ser un vago; que más vale hacer una cosa despacio y bien, que muchas deprisa y mal; y que en media hora, hay tiempo para hacer una tarea de media hora y no tres ¡qué le vamos a hacer!
Cuando teníamos la edad de nuestros hijos todo era más tranquilo, sucedía con más pausas, con “tiempos muertos” a la fresca. Poco a poco y sin darnos cuenta, nos hemos ido acostumbrando a otro tipo de vida: una cantidad ingente de “efectos especiales” formando una sucesión ininterrumpida a velocidad de vértigo. Y es que ahora, vivimos “más rápido que deprisa”. 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

NUEVO CURSO, MENOS MEDIOS, NUEVAS NORMAS.

Comenzar este artículo me está siendo casi tan difícil como comenzar el nuevo curso escolar. Tenemos sobre la mesa tantos temas candentes que verlos en su conjunto nos abruma y elegir con cual comenzamos resulta complicado: aumento de horas, aumento de alumnos, profesores no contratados, encarecimiento del material escolar, nueva ley de educación...
Me centraré en dos aspectos: menos medios y nuevas normas.
La reducción de presupuestos implica fundamentalmente la reducción de profesorado total, la reducción de contratos a jornada completa y el aumento del número de alumnos por aula. Los cambios legislativos más importantes llegarán este otoño con una nueva Ley Orgánica aunque ya este curso se aplicará la modificación del currículo de Educación para la Ciudadanía.
Por un lado y para evitar confusiones malintencionadas o inconscientes, habría que diferenciar –en la medida de lo posible-, las reivindicaciones laborales de la reivindicación de un sistema educativo que busque –como tanto gusta decir ahora- la excelencia. Porque es verdad que la función del gobierno no es crear puestos de trabajo irreales, pero sí debiera ser la de crear un sistema educativo excelente que equiparara las oportunidades de todos los ciudadanos y los formara para su vida. Una vida que además, no se reduce sólo al ámbito de la producción económica.
Por otro lado, a la vista de las instrucciones de principio de curso y lo que conocemos de la futura ley, se da por supuesto que la cuadratura del círculo es posible. El hambre agudiza el ingenio y en tiempos de vacas flacas se aprovechan mejor los recursos, pero creo que nuestro ingenio no llega tan lejos como para combinar todo lo que supone la merma de recursos con el aumento de la calidad: mayor atención individualizada, reducir las tasas de abandono, aumentar el nivel de los alumnos en general y de los excelentes en particular o fomentar los programas profesionales mucho más caros que los tradicionales bachilleratos.
No voy a elucubrar ahora sobre el contenido de la nueva ley, pero la modificación de la polémica Educación para la Ciudadanía es ya una realidad que comienza a impartirse esta misma semana.
A la vista de las modificaciones realizadas, se pueden observar una serie de cambios tanto en el planteamiento general como en los contenidos, cambios que según el PP elimina esos factores susceptibles de adoctrinamiento pero que no satisfacen ni a los partidarios de esta materia ni a sus detractores. A los primeros porque se suprimen referencias explícitas a la violencia de género o a aspectos afectivo-sexuales, y a los segundos porque sigue evaluando juicios morales y acciones ya que no sólo evalúa conocimientos sino también la aceptación de principios y normas así como el consecuente comportamiento que se deriva de esa aceptación.
A la vista del currículo establecido en el 2006 y de las modificaciones establecidas para este curso podemos señalar algunas diferencias.
Desaparecen las referencias a la educación afectivo-emocional y desaparecen también las referencias al Estado como responsable de prestaciones y servicios. No figuran expresiones como en la que refiriéndose al bien común habla de “...la responsabilidad de las administraciones en su prestación y mejora...” o deja de ser un objetivo “Asumir... el papel del Estado como garante de los servicios públicos”.
En esta modificación, llama también la atención la muy abundante reducción de referencias expresas a la diversidad, la discriminación o a las diferencias de cualquier tipo. Se eliminan afirmaciones concretas como “Identificar y rechazar... las situaciones de discriminación hacia personas de diferente origen, género, ideología, orientación afectivo-sexual..” y se omiten objetivos como el que pretendía identificar y reconocer la diversidad como enriquecedora de la convivencia.
En cuanto a las nuevas aportaciones se establece una primera aproximación a las teorías éticas del mundo occidental, la correlación entre derechos y deberes;  el conocimiento de la Constitución Española, la Declaración de los Derechos Humanos y el Convenio Europeo de Derechos y Libertades, las normas de seguridad vial y las causas y consecuencias de los accidentes de circulación. Se fijan como contenidos la gestión de desechos y consumo eficiente, la preservación del patrimonio natural, la contaminación acústica, el deber de trasparencia en la gestión pública, el respeto de la propiedad intelectual, la iniciativa privada en la generación de la riqueza y el fomento del espíritu emprendedor,.
Como el anterior, este nuevo Real Decreto constituye la base sobre la cual se redactarán los nuevos libros de texto y se realizarán las explicaciones de los profesores. Como el anterior, constituye las líneas maestras que pueden dar lugar a unas presentaciones ideológicamente dispares.