martes, 26 de marzo de 2013

FRACASO

Independientemente de las intenciones políticas que se atribuyen a la difusión de las respuestas en las pruebas para las plazas de maestro en Madrid, no deja de ser relevante que los aspirantes a una plaza de maestro cometan errores tan graves como los que cometieron tanto en ortografía: “deribananbitoveverlo,  adsequible,  Nabarra”, como en vocabulario: “Disertación:Dividir una cosa en partes más pequeñas”,  o en geografíaelemental:  El Duero, Ebro y Guadalquivir pasan por Madrid oAlbacete, Ciudad Real y Badajoz son provincias andaluzas”.
Enseñar no sólo es cuestión de conocimientos: saber trasmitirlos, saber despertar la curiosidad y el interés, saber reaccionar correctamente ante una clase es también fundamental. Incluso es más fácil estudiarse los conocimientos que hay que enseñar, que aprender a ser un buen enseñante. Pero no estamos hablando decompletar la tabla periódica, o de saberse la dinastía de los borbones, sino de cuestiones que debieran formar parte de la cultura general de cualquier ciudadano en un país en el queprácticamente toda su población está escolarizada.
No se trata de establecer un sistema basado en la criba de los alumnos sin tener en cuenta las dificultades especiales que pudieran tener, no se trata por tanto de eliminar una atención especial a los alumnos que la necesitan, pero sí de que el alumno medio adquiera en la educación obligatoria unas actitudes y unos conocimientos básicos y necesarios: ortografía, léxico,comprensión, expresión, cultura general.
Esta situación que ahora escandaliza, era ya “una muerte anunciada”. La bola de nieve comenzó a formarse hace unos cuantos años. Los profesores entonces exponíamos la situación de la escuela, nuestras quejas y reivindicaciones consiguiendoque en lugar ser escuchados y de que fuera valorado el nuevo contexto en el que nos encontrábamos, fuéramos ignorados. La bola de nieve ha ido creciendo, arrasó con el bachillerato y llegóa la universidad. Aquí, algunas facultades han tenido que inventarse el curso 0 para que los alumnos adquieran los conocimientos suficientes para comenzar sus estudios universitarios, otras han tenido que redactar un reglamento de régimen interno para regular el comportamiento de los alumnos en las clases y los profesores ven en sus aulas actitudes infantilesinconcebibles hade unos años.
Pero este fracaso no es un fracaso exclusivo de la escuela como institución encargada de la educación, es un fracaso social y político.
Social, porque la sociedad como conjunto ha eludido su carácter educativo y para más inri ha convertido a los educadores en un grupo desprestigiado, en unos profesionales cuya función es hacer la vida imposible a nuestros hijos, crearles ansiedad y tomar decisiones que los deprimen y agobian. Grupo contra el que -a una con los alumnos- un número considerable de padres tiene que batallar, batallar desde una sólida base: la información unilateral que reciben de sus hijos porque ¿para qué escuchar y creer a su profesor que solo es un adulto y profesional que intenta enseñar y educar?
Político, porque sucesivos cambios legislativos han ido encaminados a facilitar el paso de curso con cada vez más suspensos, a dar los títulos por vías en las que no se alcanzan unos mínimos aceptables, porque la forma de acabar con el fracaso escolar no ha sido reforzar a los centros y potenciar el trabajo sino todo lo contrario.
Y mientras, los profesores que suspenden son malos aunque suspendan porque los alumnos no saben escribir, su criterio profesional es cuestionado constantemente y aspirar a un mínimode respeto casi es un ideal.

viernes, 8 de marzo de 2013

¡INDIGNAOS!, STÉPHANE HESSEL.

“... y nuestra ira contra la injusticia sigue intacta”.
El movimiento de los indignados se concretó el 15 de marzo de 2011 en España y pasó a denominarse desde entonces movimiento del 15-M. Esta movilización se había originado en Francia pero no alrededor de la primera década del siglo XXI, sino a finales de los años 30 porque como dice Stéphane Hessel “el motivo básico de la Resistencia fue la indignación”.
Hessel nació en Berlín en 1917 en una familia alemana judía que en 1925 se instaló en París. Se integró en la Resistencia en 1941 y en 1944 cuando realizaba una misión secreta fue capturado por la Gestapo. Torturado y condenado a muerte fue deportado al campo de concentración de Buchenwald de donde se fugó intercambiando su identidad por la de otro preso que había muerto, tras otra captura y otra evasión fue parte de las tropas americanas que tomaron París en 1945. Después de la guerra trabajó como diplomático y participó directamente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En 2010 -con 92 años- escribió un pequeño ensayo de apenas treinta páginas titulado “¡Indignaos!”, murió el pasado 27 de febrero a los 95 años.
Sin pretenderlo este ensayo se extendió como la pólvora, fue publicado en cien países y se convirtió en la inspiración de miles de ciudadanos que en todo el mundo se han identificado con esta exclamación:¡Indignaos!
Stéphane Hessel cuenta su paso por la Resistencia francesa, habla del movimiento social que se aglutinó en torno a ella tras el final de la guerra mundial y de la creación de un plan nacional de salud y seguridad social. Dice, que la idea sobre la que se organizó la sociedad al acabar la guerra fue que el interés general debe dominar sobre los intereses particulares. Y con la autoridad que le da su vida llama “a la generación joven a vivir, trasmitir el legado de la Resistencia y sus ideales. Tomen nuestro lugar, ¡Indígnense!”.
Explica que en su época, el atropello que constituyó el nazismo era más evidente que el atropello actual,  y que por eso volverse militante y comprometido era más fácil. Ahora anima a los jóvenes a mirar y buscar las cosas intolerables, porque por poco que busquen encontrarán motivos para la indignación. La alternativa es la indiferencia, la peor de las actitudes.
Mirar, indignarse y comprometerse es el camino para una sociedad más justa.
Algunos jóvenes cogieron el testigo de Hessel y se indignaron aquí y en muchos otros países. Pero como los alumnos en vísperas de examen podemos preguntarnos ¿y esto para qué sirve?
Esa falta de aparente utilidad, de concreción en un movimiento o partido político al estilo clásico ha sido una de las principales críticas al movimiento de los indignados. Sin embargo va pasando el tiempo, se ha ido agudizando la crisis y la actividad de los indignados ha ido aumentando porque tal como decía Hessel, han mirado a su alrededor.
En España han sido especialmente activas las plataformas relacionadas con los desahucios, los  pueblos y comarcas que se han movilizado para no perder servicios médicos y las mareas de todos los colores que denuncian el desmantelamiento del estado del bienestar. Pero en Italia han ido más allá.
Para bien o para mal el “Movimiento 5 estrellas” encabezado por el cómico Beppe Grillo ha conseguido convertirse en la tercera fuerza del país aglutinando a millones de italianos indignados con sus políticos, sus corrupciones y su incapacidad para trabajar por el bien general. Para bien o para mal digo, porque la indignación de la población puede servir para forzar a que de una vez por todas se lleve a cabo la imprescindible regeneración de la vida pública o puede servir para que desde el “antipartidismo” acabemos en una “antidemocracia” disfrazada de indignación.
En España parece que nuestros partidos no están demasiado afectados por la indignación ciudadana. Siguen inmersos en sus problemas internos, acusaciones de corrupción y explicando que el deber de un gobierno no es cumplir sus promesas electorales. Siguen con su paripé de honradez y de transparencia al mismo tiempo que aumentan los presuntos corruptos y la sensación de opacidad. La información que debiéramos haber conocido desde siempre: cómo se gasta nuestro dinero, se hace ahora pública en un alarde de claridad y nos proporciona más motivos de indignación: miles de euros en dietas por viajes que no se hacen, políticos que cobran sobresueldos por asistir a mítines, reuniones fantasmas o inútiles pagadas a precio de oro.
Saber asumir la indignación y darle respuesta dentro de los cauces democráticos nos abrirá al futuro, no saber hacerlo nos retrotraerá al pasado.
“Crear es resistir; resistir es crear.” Stéphane Hessel