lunes, 21 de abril de 2014

PISA, OTRA VEZ.

Que los alumnos están muy por debajo de la media en matemáticas, fastidia pero lo aceptamos. Que también están por debajo en comprensión lectora, lo comprendemos y nos preocupa. Pero que cuando se trata de manejar un mp3 estén todavía peor, nos resistimos a creerlo.
Con la experiencia de lo más inmediato, ¿a cuántos niños y adolescentes conocemos que no manejen su consola o el móvil de sus padres como si hubieran nacido con ellos debajo del brazo?
No podemos matar al mensajero, algo habrá de verdad cuando obtenemos en PISA los resultados que obtenemos. Pero existen demasiados elementos a tener en cuenta como para que una prueba esporádica y centrada en unos pocos aspectos, sea un juicio definitivo sobre la educación de un país.
Los temas que PISA evalúa y su forma de hacerlo han sido siempre una cuestión debatida.
¿Serían tan desastrosos los resultados de nuestro sistema educativo si evaluarán – por ejemplo- su capacidad integradora?, ¿si se tuviera en cuenta por ejemplo, la “historia educativa” de cada país?.
Seguro que los finladeses tienen mucho que enseñarnos. Pero ¿seguirían en el mismo puesto si se midiera el nivel de cohesión social obtenido?
“Auténticos finlandeses” –partido de ultraderecha que basa su programa en el rechazo a la emigración- fueron los grandes triunfadores en las pasadas elecciones legislativas. De la misma forma los grupos nazis de Holanda –décimo puesto en PISA- han sido decisivos para constituir el gobierno holandés. En Francia –once puestos por encima de España en PISA- el Frente Nacional sigue aumentando sus votantes. En España, el país que más emigrantes ha recibido en menos tiempo, los movimientos xenófobos no son en absoluto significativos. 
Si atendemos a la historia de la alfabetización nos encontramos que España en 1841, tenía un 24,2 % de la población alfabetizada, mientras que en la misma época en Inglaterra y Francia lo estaba el 60% y el 80% respectivamente.
En la historia más reciente, investigadores ingleses llegan a la conclusión de que España en 1900 tenía un nivel similar al que tenían Inglaterra o Francia en 1700. Y es hasta final de 1980 cuando no se da por escolarizados a todos los niños y adolescentes españoles entre 6 y 14 años.
¿Es casualidad que aquellas comunidades autónomas que se alfabetizaron antes, sean ahora las que mejores resultados obtienen? 
¿Tiene sentido pedir resultados similares cuando partimos de posiciones tan dispares?
Como vendrían a decir algunos filósofos: un problema inabarcable para la mente de unos pocos hombres. Es decir, una cuestión con demasiados factores que da pie a muchas simplificaciones, que dificulta la comprensión de las conexiones entre unos y otros, y que abre la puerta a hablar de muchas causas diferentes.
Podemos hablar de cambios de leyes, masificación, poca innovación, inversión, implicación de las familias, música o matemáticas, preparación del profesorado… Puede uno aventurarse y dar palos de ciego como la secretaria de Estado de Educación que echa la culpa a una enseñanza memorística cuando si algo se ha reducido en la metodología educativa ha sido la memorización, cuando los países que ocupan los primeros lugares en el ranking –Corea del Sur, China, Hong Kong- mantienen una enseñanza en la que la memoria mantiene un papel primordial.
Pero también pudiera ser que nuestros escolares en el fondo, no fueran tan inútiles como el último informe los presenta. Pudiera ser que las habilidades prácticas se aprendan realizándolas. Pudiera ser que esa falta de creatividad en la vida cotidiana que se les achaca, tenga su explicación en las pocas ocasiones que les damos para practicarla. Y pudiera ser que como les damos los problemas resueltos nunca aprenden a resolverlos.
En este estudio, junto a utilizar el  mp3, estaba programar el aire acondicionado y planificar una ruta de metro. Y ahí, como si les hubieran propuesto poner una lavadora, pasar el aspirador o recoger su habitación, la puntuación en sus habilidades prácticas caía en picado. Dudo yo que tengan pongas habilidades con el mando de la consola o buscando las posibilidades de la última aplicación para el wassap. Pienso más bien que tienen pocas, en los ámbitos que no las practican, en los que no les damos la ocasión de hacerlo.
Quizá, la explicación a su dificultad para aplicar los conocimientos a la vida real sea el excesivo proteccionismo que les impide tomar decisiones, ensayar respuestas, equivocarse y aprender. Quizá hay que dejar que tropiecen, y que se levanten con más experiencia.
Quizá eso de evitar por todos los medios que tengan problemas que resolver, no sea una buena educación. Quizá, esa sea la causa de su incapacidad para resolver los problemas prácticos de la vida.

¿DEMASIADA TECNOLOGÍA?

Muy a mi pesar, debo comenzar este artículo con un preámbulo: probablemente su contenido esté causado porque los cambios que se van produciendo superan mi capacidad de adaptación. O dicho de otro modo, porque la realidad va una velocidad que yo –quizá por mi edad-, soy incapaz de seguir. Y si usted está de acuerdo con lo que va a leer, vaya pensando que algo pasa: nuestro tiempo.
Sin comerlo ni beberlo mi móvil empieza a disparar mensajes de wassap, lo miro y me entero que he sido agregado al grupo de padres de la academia de mi hijo. Apenas conozco a media docena pero voy recibiendo comentarios de casi treinta. Parece una descortesía salirse de un grupo en el que han tenido el detalle de incluirte –sin consultarte-, pero al cabo de media hora de monótonos avisos salgo de allí.
Debo reconocer mi gusto por la tecnología, pero también debo reconocer que nunca he encontrado gran utilidad ni atractivo a algunas de sus últimas y ya viejas –dirán los adolescentes- “revoluciones”. 
Anacrónicamente, no acabo de encontrar sentido al hecho de publicar constantemente mi vida, me parece de tontos cometer un delito y colgarlo en la red con nombre y apellidos, hacer público lo que quiero ocultar a mis padres.
A la salida del colegio una niña llora porque su compañera no le ha invitado a su cumpleaños, “pero si te invitó el otro día en clase”  dice su madre; “si, pero al resto les ha invitado por Tuenti y a mí no”, responde la hija. Ahora más que nunca lo que no se publica no existe.
En otro tiempo celosos de nuestra intimidad, ahora voluntaria o involuntariamente hacemos públicos nuestros gustos, nuestros amigos o nuestra forma de pasar el tiempo libre. Voluntariamente cuando colgamos datos, fotos, gustos y aficiones; involuntariamente cuando aceptamos sin leer las condiciones que piden servicios o programas “gratuitos”, condiciones  por las cuales pueden por ejemplo hacer pública mi información y la de mis contactos. A esto podemos añadir la amenaza que supone que cualquier conversación en principio privada se convierta en pública o en parte de una base de datos para múltiples usos. Podemos añadir que mi navegador recoge información para enviarme publicidad personalizada de lavadoras, si antes he estado buscado una en la red.
Ahora estamos no localizables, sino literalmente localizados. Se la última vez que has enviado un mensaje, cuándo y dónde estabas en el momento que has subido una foto y, si utilizas algunos programas, localizo exactamente en dónde estás. Incluso con una aplicación de uno o dos euros y sin que tú lo sepas, puedo saber tu localización.
¿Demasiada tecnología?
Apenas nos queda alguno de aquellos apasionados debates que antes manteníamos. A la mínima discrepancia sacamos el móvil y, ¿quién es capaz de discutirle a Wikipedia?
Un compañero de trabajo incluso ha devuelto el manos libres que le regalaron para el día del padre. Dice que el coche es la única escusa que le aceptan para no contestar al móvil y que de paso, siempre puede decir que estaba conduciendo cuando no lo coge.
Sirve de consuelo ver que no soy el único en esta situación. 
Una de las últimas herramientas lanzadas “para personas saturadas” con el significativo nombre “Hate With Friends” –el infierno son los otros-, localiza en el mapa a tus contactos y te señala una prudente distancia para no encontrarte con ellos. De forma parecida “Cloak” localiza a las personas con las que no quieres encontrarte, incluso te avisa cuando se acercan para que puedas escapar. Son aplicaciones llamadas -en contraposición a las redes sociales-,  “antisociales”.
Llevo un mes recibiendo anuncios de lavadoras. Lanzo una idea para desarrolladores. ¿Alguien puede inventar algún método para que el navegador se entere que me la compré hace tres semanas?

jueves, 17 de abril de 2014

LAS DOS NAVARRAS.

Acceder a la actualidad navarra desde los diferentes medios que se encargan de plasmarla causa un cierto desasosiego. 
Leer la misma noticia en Gara  o en el Diario de Navarra es la imagen de las dos navarras, la que aspira como fin último a la creación de Euskadi como entidad política independiente en la que Navarra está incluida y la que defiende la identidad de Navarra al margen de Euskadi.
A la vista de los principios y valores respectivos, duda uno de la posible conciliación de ambas posturas. Se convierte el tema entonces en una conseutudinaria oposición difícil de reconciliar si las posturas no son flexibles sino que sólo aceptan el todo o nada, cuando el resto es un proceso provisional y nunca un fin suficiente.
Al mismo tiempo, resulta difícil aceptar algunas consideraciones que siendo razonables pierden aparentemente su valor cuando se defienden desde posiciones para las que el mismo hecho es bueno o malo según quien lo realice.
Digo aparentemente porque las afirmaciones, las consideraciones éticas, no pueden valorarse en virtud de quién las fórmula sino en virtud de su consideración de verdaderas o falsas, buenas o malas, independientemente de quién sea su "mensajero". Sin embargo tenemos que reconocer, que al común de los mortales nos cuesta ponernos en esa situación de distinguir el contenido de quien lo expresa.
Es también difícil ponernos en la perspectiva de quienes por encima de sus sentimientos ponen la convivencia, de quienes son capaces de mirar más al futuro que al pasado para comenzar así a construir algo nuevo y en paz. 
El acuerdo como la pelea es cosa de dos, y cuando no somos capaces o no podemos confiar en la buena voluntad del otro, el acuerdo es imposible y la convivencia también.
Andamos escasos de "Mándelas", de aptitudes capaces de conseguir el consenso. Mejor nos iría copiar sus actos que quedándonos en las alabanzas póstumas.