En prácticamente todas las formas de gobierno las minorías
han sido si no maltratadas al menos olvidadas.
Si en todas estas formas no parece correcto este olvido,
mucho menos lo es en un sistema democrático que, aunque evidentemente basado en
la voluntad de la mayoría, no debiera funcionar como una apisonadora sobre
quienes -a la vista de los medios de comunicación- somos minoría.
Por eso quiero solicitar.
Solicito que ustedes los legisladores nos tengan en
cuenta a las minorías. Tengan en cuenta a los que no nos abrieron la cuenta
para la paga de los domingos en una sociedad “offshore”. A los que no nos
administró los regalos de comunión un testaferro en las Islas Caimán que invirtió
en una empresa “Pagation Comunieition de los Abuelos” que a su vez participó en
una sociedad fiduciaria que fue moviendo el dinero de paraíso en paraíso para
-como todo el mundo hace- pagar menos impuestos o no pagarlos.
Tengan en cuenta a los que no hemos recibido de nuestros
padres una herencia millonaria en Andorra o Bahrein. A los que si nos
equivocamos en la declaración de la renta y ponemos 300€ en la casilla que no
corresponde, nos imponen sanción, recargo e intereses de demora.
Se acuerden por favor de los que no hemos visto nunca un
billete de 500 y no tenemos olvidados encima del armario un millón y pico de
euros. De los que no nos han regalado ningún ático y no podemos pagarnos un
equipo de abogados que agoten plazos y resquicios para bordear la ley.
Comprendo que no legislen contra sus intereses. Al fin y
al cabo para eso controlan el poder político. Pero no nos crean tan inocentes
como para pensar que legislan pensando en el bien común.
Y es que debe de haber una ley de la naturaleza según la
cual el optimismo y el pensamiento positivo se agotan.
Por eso, ya somos cada vez menos lo que seguimos
creyendo que los poderes del estado se controlan unos a otros. Los que seguimos
pensando que en el seno de los partidos tienen realmente voluntad por acabar
con los corruptos. Los que nos imaginamos la ley como una señora con los ojos tapados
como símbolo de que la ley es igual para todos.
Y ustedes son responsables.
No sólo responsables por acción u omisión de todo este
tipo de delitos, chanchullos y cacicadas. Sino también del desprestigio y la
desconfianza en la clase política y en los organismos del estado.
La “justicia no entiende de clases” y “hacienda somos
todos” copan las gracias del wassap. Las declaraciones de ministros y líderes
mejoran con mucho los monólogos del club de la comedia. Y pensar en una nueva
campaña electoral nos provoca urticaria.
Es verdad que también tienen sus virtudes: el descaro
con el que mienten es digno de varios “oscar”, han conseguido superar con
creces las tramas de la novela picaresca y han potenciado internacionalmente la
marca España –al menos en todo el mundo han oído hablar de nosotros-. Su afán y
su empeño ha superado todas las barreras: el suelo urbanizable, el alumbrado de
la ciudad o la visita del Papa. Como bien predican han sido emprendedores, la
han emprendido –con resolución y firmeza- contra todo tipo de principio ético
exigible a todos, pero especialmente a los dirigentes de un país sobre todo si
presumen de patriotas.
Nosotros -la minoría-, quisiéramos que nos trataran en
sus leyes como se tratan a ustedes mismos. O mejor, que ustedes actuaran como
nos piden que actuemos los demás. Quizá entonces cunda el ejemplo que ahora no
dan.
Me dicen mis compañeros del café de la mañana que es
posible que esto no nos ocurra sólo a los que nos juntamos en el bar. Que quizá
haya más gente como nosotros. Pero la verdad es que viendo la tele, parece que
seamos una minoría.