miércoles, 17 de octubre de 2012

MENOS ERASMUS Y MENOS IDIOMAS

Si algo envidio de los estudiantes actuales es su disposición y facilidad para viajar a otros países,instalarse y trabajar en ellos.
Es verdad que los medios de comunicación facilitan enormemente esta actitud, pero su manejo de los idiomas y la eliminación de miedos y barreras mentales, de complejos de inferioridad frente a Europa son condiciones fundamentales que les han abierto un nuevo mundo de posibilidades que para los que estudiamos más o menos por los 80 eran prácticamente imposibles.
Salíamos entonces de una larga época de aislamiento que comenzó a romperse definitivamente con la incorporación de España a la Unión Europea y con la fundamental aportación –a partir de 1987- del programa Erasmus que ahora peligra.
No hay que confundir el tema que ha copado los medios de comunicación  -la alerta de la Comisión Europea por la falta de liquidez para abonar las becas Erasmus el último trimestre del 2012- con el problema más grave: en los Presupuestos Generales del Estado para 2013 la contribución del Estado a estas becas se va a reducir en casi un 60%. A lo que hay que añadir también que las becas para el aprendizaje de lenguas extranjeras se ha reducido en un 72,9%.
Es más que cuestionable qué hombros tienen que cargar con el peso de la recuperación de esta crisis económica, pero incluso aceptando que el Estado deba rescatar bancos ¿tiene que ser a costa del bienestar de los más débiles y de los sectores que pueden garantizar el futuro?
Se me ocurren dos opciones y no sé cual es peor: o no se sabe distinguir qué es prioritario o se quiere acabar con la justicia social y ya saldrá al extranjero el que pueda pagarlo.
El programa Erasmus no es un viaje de estudios. Es un viaje personal y social.
Conocer a estudiantes de otros países, otras universidades, otras metodologías educativas, otras culturas, aprender idiomas, abrir un abanico de posibilidades de trabajo, derribar prejuicios. Es un bagaje personal imposible de adquirir quedándonos en casa.
Y formar de verdad una Unión Europea nunca será posible volviendo al ostracismo, al desconocimiento de otras épocas.
A lo largo de sus 25 años de funcionamiento, el Erasmus ha sido el programa que más ha contribuido a forjar la idea de Europa como comunidad, ha abierto la mentalidad de miles de estudiantes que además han traído luego a sus amigos, han convivido con sus familias, se han casado con alemanes u holandesas, y ahora sus hijos tienen abuelos de Pamplona y de Berlín.
En cuanto al aprendizaje de las lenguas extranjeras Montserrat Gomendio Kindelán -Secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades- en la convocatoria de becas para cursos de lengua inglesa, alemana o francesa en el extranjero decía: “El conocimiento de un idioma distinto del propio contribuye de forma esencial a la formación integral de los alumnos. Su aprendizaje se ha convertido en un objetivo fundamental de los sistemas educativos, tanto porque favorece la libre circulación y comunicación como por exigencias del mercado de trabajo.” Ahora, sus jefes han debido de pensar que si se puede ser Presidente sin saber inglés, qué falta hará en otros trabajos.
Bromas aparte, y ateniéndonos exclusivamente a un ámbito productivo y de competitividad, es evidente que una empresa o un estado que quiera mantenerse en la cresta de la ola necesita mantener un alto nivel tecnológico y formativo. Los idiomas son el preámbulo de este nivel y  España no está precisamente entre los primeros países en el conocimientos de idiomas como para permitirse reducir en casi tres cuartos el presupuesto en las becas para su aprendizaje.
Menos becas para Erasmus, menos becas para estudiar idiomas... y vamos restando.