sábado, 25 de junio de 2016

RAZONES, EMOCIONES Y ELECCIONES.

Hace ya tiempo sabemos que la escueta definición de ser humano como “animal racional” se queda muy corta. Que en el comportamiento de los humanos las emociones juegan un papel fundamental, incluso en muchas ocasiones más importante que la racionalidad.
Este par razón-emoción, que explica la toma de nuestras decisiones, influye también en nuestra decisión a la hora de votar.
Les propongo un pequeño “experimento”: tarareen la sintonía que acompaña al Partido Popular. Ahora hagan lo mismo con la del PSOE, Podemos o Ciudadanos.
Una mayoría considerable -independientemente de su afinidad política- somos capaces de tararear la primera, pero no la del resto de partidos. Un pequeño éxito –cada partido tiene los suyos-, que unido a otras estrategias que poco o nada tienen que ver con su programa electoral, suponen unos votos quizá fundamentales.
Seguridad o miedo, atracción o rechazo –físico, estético, formal..-, confianza o desconfianza, familiaridad, son algunas de las emociones que condicionan el voto de muchos ciudadanos. Este hecho no es nada despreciable cuando el triunfo de un partido u otro depende de los indecisos y de quienes no son incondicionales de uno de ellos.
Unas de las emociones fundamentales para el ser humano son la seguridad o el miedo. De ahí el interés de cada grupo por infundir miedo si es el otro partido el que gana: unos dicen que nos seguirán gobernando los de siempre con sus amiguismos y corrupciones en favor de los mismos y a costa de nuestro estado del bienestar, otros afirman que nos llevarán a una Venezuela pobre y dictatorial en la que la oposición está encarcelada.
Frente al miedo, trasmitir seguridad: argumentar con convicción y sin titubeos en los debates y entrevistas, responder con ideas claras sobre las decisiones a tomar.
No menos importante es la atracción o rechazo que generan, de ahí la importancia por ejemplo, de la indumentaria.
En las pasadas y demasiado recientes elecciones unas señoras conversaban: “Yo voy a votar a uno de esos partidos nuevos, ya es hora que los de siempre se vayan. Votaré a ese chico de Ciudadanos que parece más aseado que el de la coleta”.
Llevar corbata o no llevarla, americana o sólo camisa, ser joven o no serlo, parecer un chico bueno en esos programas no estrictamente políticos en los que hacen deporte con sus amigos, son –desgraciadamente- algunos de los pilares de nuestra democracia.
El “antídoto” más efectivo contra lo que puede considerarse una cierta manipulación emocional es la información, el conocimiento de las propuestas que cada partido hace, la racionalidad basada en contenidos. Pero este aspecto racional queda tocado de muerte si no podemos tener confianza ni en las ideas que nos proponen ni en la capacidad e integridad de las personas que tienen que llevarlas a cabo.
Si la idea general es que estos programas son exclusivamente electorales, es decir, programas para ganar las elecciones y no contenidos que piensan llevarse a la práctica, el conocimiento –lo racional- pierde todo su valor.
Si el programa no genera ninguna confianza ya que sistemáticamente se incumple y la confianza en las personas que van a llevar a la práctica esas ideas, ha mermado considerablemente porque estamos saturados de casos de corrupción e incumplimientos, sólo nos queda la parte emocional.
El componente emocional es inseparable de la conducta humana, otra cosa es que deba ser el único o más importante en la toma de nuestras decisiones. Por eso, tomarnos nuestro tiempo para pensar y no dejarnos llevar por impresiones inmediatas y poco razonadas, creo que no es una mala actitud antes de ir a las urnas.

sábado, 4 de junio de 2016

Apuntes: madurez, autocrítica, manipulación.

La verdad es que no sé si es cuestión de madurez, de honestidad, de seguridad o de miedo; pero muchas personas e instituciones confunden crítica con persecución, creen que cualquier cuestionamiento es fobia o intolerancia.
Las personas o grupos que no son críticos consigo mismos suelen estar equivocados porque se instalaron en su momento en verdades "inmutables" que son incapaces de modificar. Pero la realidad cambia, la observación de hechos se perfecciona, surgen nuevos problemas que piden nuevas soluciones. Surgen planteamientos que cuestionan sus principios, principios que no son incuestionables.
Los medios de comunicación que ocultan estos nuevos problemas, su incapacidad para darles respuesta, que consagran la crítica como persecución, que piden actitud crítica "contra" los demás pero que son incapaces de aceptarla en su filas, manipulan la opinión de su público ocultando esta nueva realidad que les cuestiona.