lunes, 21 de agosto de 2017

LOS PARTIDOS QUE NOS MERECEMOS.

Si es verdad que cada uno tiene lo que se merece no hemos debido ser muy buenos ciudadanos ya que tanto a derecha como a izquierda nos encontramos con unas posibilidades en forma de partidos políticos que dejan mucho que desear. –Seguiré utilizando estos conceptos de derecha e izquierda aunque ya no parecen lo suficientemente nítidos como para situar a los actuales partidos. 

No depende de tener unas ideas u otras, sino de la calidad de cada opción al margen de las ideas políticas que proponga. 
En el centro – derecha, un partido marcado profundamente por la corrupción. 
Por muchos "hilillos de plastilina" que nos quieran vender, por muchos casos aislados que nos quieran colar y por infinidad de cargos y militantes honrados que haya, el Partido Popular ha sido “tocado” por un enorme número de casos de corrupción a un nivel tan alto en su escala de cargos que es ya imposible desligar sus siglas del concepto de corrupción con mayúsculas. Sus líderes por culpa, o como dice Esperanza Aguirre " in vigilando", tienen dificultades para conservar la confianza de sus propios votantes, no ya en las políticas que desarrollen, sino en su honradez o en su capacidad para detectar que los cargos más directos que trabajan en el despacho de al lado dirigen tramas organizadas de corrupción.
Esta situación es mucho más grave cuando estas tramas llegan a corromper las estructuras fundamentales del Estado de Derecho. Es decir, cuando los organismos externos de control no funcionan, cuando la justicia es partidista o cuando los propios cargos ponen trabas a la función para la que han sido nombrados. Al Tribunal de Cuentas se le escapan las irregularidades en la financiación de los partidos, la sentencias son previsibles en función de los magistrados que las dicten y el fiscal anticorrupción es acusado por sus colegas de dificultar investigaciones anticorrupción.
En lugar de “si van a robar que roben los míos”, los votantes de centro derecha merecen un o unos partidos limpios y nítidos que ganen elecciones ofreciendo ideas y una gestión limpia y honrada.
En el centro – izquierda, desorientación, divisiones y enfrentamientos.
Un Partido Socialista redefiniéndose y reorientándose en su travesía por el desierto. Podemos disputando el territorio desde más a la izquierda pero con algunas decisiones y formas que ahuyentan un necesario voto más centrado. 
En resumen, falta de propuestas claras en la izquierda y más interés por vencer al “compañero” que a sus opuestos ideológicos, ningún interés por alcanzar acuerdos viables en torno a ideas fundamentales que pueden unir en lugar de dividir: alternativas a la política de austeridad y recortes, desarrollo de nuevas políticas energéticas, inversión en desarrollo tecnológico, separación clara de poderes, medidas reales anticorrupción, otra forma de afrontar el independentismo, aplicación de la ley de Memoria Histórica, una Comunidad Europea no sólo económica sino también social y solidaria, rehabilitación de las políticas en asuntos esenciales como educación y sanidad…
Y en nuestra particular y añadida clasificación -nacionalistas vascos y no nacionalistas vascos-, partidos nacionalistas con ideas y hoja de ruta muy claras. Un partido de centro – derecha mayoritario pero aislado del resto de partidos, incapaz o incapacitado por sus decisiones para pactar con otros partidos no nacionalistas. Un PSOE navarro que se le espera pero que no está y el resto, una izquierda que a cambio de medidas más sociales ha sacrificado su no nacionalismo pareciendo que haya olvidado que desde sus inicios la izquierda moderna superó el concepto de nación y siempre ha sido esencialmente internacional. “... sería muy conveniente que Batzarre explicase qué hace una formación que se define de izquierdas trabajando por el cambio nacionalista.” José Miguel Nuin, coordinador de Izquierda Unida de Navarra, 2010.

MÁS QUE NÚMEROS

A partir de la Revolución Científica las matemáticas adquieren un protagonismo excepcional en nuestra metodología para explicar la realidad. 
Su exactitud y precisión aplicadas a la experiencia consiguen –junto a otros elementos- que en pocos siglos ciencia y tecnología avancen exponencialmente. 
Su éxito en las ciencias naturales tuvo una gran influencia, y su prestigio se fue y se ha ido extendiendo a un ámbito científico y social muy amplio. Sin embargo, aunque esta metodología matemática aporta precisión, lo hace a costa de dejar fuera aquellos aspectos que no se pueden cuantificar: identifica lo importante con lo expresable en números. 
En este contexto, los padres damos gran importancia a las notas que obtienen nuestros hijos, pero no podemos caer en el reduccionismo de pensar que sólo aquello que es numerable es importante. Las calificaciones que ponemos en los boletines de notas aparentemente son equiparables y un 9 es mejor que un 6, pero sólo aparentemente. Detrás de un 6 puede haber mucho más esfuerzo, trabajo y constancia que detrás de un 9. De hecho, hace ya tiempo que los centros y las empresas se dieron cuenta que son más realistas unos meses de prácticas que un expediente: en las prácticas se ve a la persona en su conjunto. E
sto no significa ni mucho menos que las calificaciones no muestren un nivel de conocimientos y aptitudes necesarias para alcanzar esa nota, pero es un reduccionismo pensar que automáticamente es mejor profesional –y no digamos persona con mas recursos ante la vida- si tiene mejores notas: el mundo profesional y las relaciones que en él se establecen son mucho más complejas que las que se manejan en un centro educativo. 
Existen multitud de aspectos importantes que no se califican. La directora del colegio con mejores resultados en PISA -Hanna Sarakorpi- dice que su sueño para todos aquellos que han pasado por su escuela es que la abandonen “conociendo sus fortalezas y debilidades, creyendo en sí mismos, que puedan soñar y tener grandes esperanzas para su futuro, que puedan amar y cuidar de las personas que lo necesiten, que quieran saber siempre más”. 
Creo que podemos sacar al menos dos conclusiones. La primera, que aunque nuestra forma de pensar está configurada por esta concepción cientificista en la que lo cuantificable es lo importante, las notas no son tan importantes -sobre todo en los niveles de primaria y casi toda la secundaria-. Que más importante que un “hijo de sobresaliente” es un “hijo buena persona”, trabajador, que tiene recursos para solucionar problemas, que disfruta de su infancia, que sabe relacionarse, que tiene curiosidad, que toca los timbres y sale corriendo para que luego le echemos la bronca –si es que eso se hace todavía-. 
La segunda, que parece por la experiencia de otros países, que cuanto más importancia se da a aspectos no estrictamente cuantificables como la curiosidad o la capacidad para resolver imprevistos, mejores resultados se obtienen en las materias de estudio. Somos seres complejos que tomamos decisiones en una vida también compleja no programada ni planificada, vida que diseñamos con unas decisiones que no se estudian cómo un temario para un examen y que implican multitud de experiencias, capacidades y aprendizajes. 
Simplificar es a veces necesario porque somos incapaces de abarcar la realidad en su conjunto, pero esta necesidad no significa que la realidad sea simple.

LOS PRINCIPIOS DE LOS HERMANOS MARX.

Primero inventaron el neolenguaje, luego la posverdad y ahora se han atrevido con la neológica o la post-coherencia. Con la llegada de la crisis aprendimos de mano del gobierno que un “gravamen adicional” es una subida del IVA, que “movilidad exterior” es emigrar cuando no tienes trabajo en tu país, que un “afloramiento de bases” es una amnistía fiscal y que cuando hablan de “copago farmaceútico” se refieren a pagar dos veces los mismos medicamentos.
Más tarde llegó la llamada posverdad. Posverdad, que en realidad quiere decir que no importa que sea verdad o que no. Importa que sea emocionalmente aceptada y creída, aunque no sea verdad. Se ha acusado de utilizarla a los partidarios del Brexit, a Donald Trump y tanto a los partidos tradicionales como a Podemos. Algunos han dicho que la posverdad ya hace tiempo que tenía nombre, se llamaba “mentira”. 
En cuanto a la neológica o post-coherencia no es un fenómeno nuevo. No sé si será mucho decir “desde siempre”, pero estamos bastante acostumbrados a que los principios de un partido, lo que afirma en campaña electoral y las decisiones que toma cuando tiene la posibilidad de gobernar no sean correlativos, incluso sean contradictorios. 
Ahora, con un gobierno en minoría que necesita apoyos para sacar adelante leyes y presupuestos, se vuelven a poner de manifiesto este tipo de actos queriendo convencernos de que la llamada responsabilidad política, decisiones de progreso o falta de alternativas –sobre todo si no se buscan- son la coherencia por encima de la tradicional coherencia, son la nueva lógica que quiere hacernos creer en la invalidez de la ley transitiva. Y esto además nos toca de cerca. 
El Partido Popular saca adelante sus presupuestos con el apoyo entre otros del PNV, apoyo conseguido a cambio de una renegociación del cupo vasco. Un éxito negociador del PNV con grandes rendimientos para su comunidad a costa de dejar de importarle –al menos deja de estar entre sus prioridades- los casos de presunta corrupción que implican al PP. De esta forma el Partido Popular se refuerza con los apoyos de Ciudadanos y PNV frente a Unidos Podemos y el Partido Socialista. 
Ya situados en la época de la post-coherencia, el PNV apoya en Madrid al PP mientras que en Navarra -integrado en Geroa Bai- gobierna frente al Partido Popular. Al mismo tiempo, el PNV en su “coalición para el gobierno navarro” gobierna con los mismos partidos a los que se enfrenta en Madrid. 
Madrid: Partido Popular, Ciudadanos y PNV frente a Unidos Podemos y Partido Socialista. Navarra: PNV, Bildu y los partidos de Unidos Podemos frente a UPN, PP y a un “abstenido” Partido Socialista. En este mundo de la post-coherencia, los partidos navarros de izquierda no nacionalista gobiernan en coalición con los partidos de centro-derecha nacionalista. Como si todo el progreso viniera del nacionalismo y todo lo no nacionalista fuera reaccionario. 
El regionalista UPN, critica al PNV navarro porque el acuerdo del PNV en Madrid no ha beneficiado a nuestra comunidad, al mismo tiempo que UPN viene dado su voto incondicional a los populares sin negociación al estilo del cupo vasco. 
Y entre unos y otros un Partido Socialista entre Pinto y Valdemoro. 
Será deformación profesional o incomprensión de la “lógica política”, si puede llamarse lógica. Será un cóctel de pesimismo democrático aderezado por fiscales anticorrupción que presuntamente dificultan las investigaciones anticorrupción. Pero la desesperanza se va apoderando de la confianza que quizá con demasiada alegría habíamos supuesto a un sistema democrático, de la confianza en unos partidos con unos principios como los de los hermanos Marx: si no le gustan estos principios, tenemos otros.