sábado, 19 de noviembre de 2016

EL ESPACIO SOCIALDEMÓCRATA.

No hace mucha falta que  nos expliquen la capacidad del Partido Socialista para autodestruirse sin ayuda externa cuando en algunas comunidades ha conseguido situarse en cuarto lugar, ridícula posición para un partido de su envergadura e importancia. Es verdad que no podemos caer en esta lectura olvidando que dos nuevos partidos han surgido con fuerza, pero su evolución y sus intrigas palaciegas lo han dividido y debilitado reduciendo su voto prácticamente a los incondicionales.
Esta situación es preocupante no porque uno sea socialista o deje de serlo, sino por la situación general que esta circunstancia deja en el panorama político: una parte del espectro político queda sin un partido que la ocupe y consecuentemente muchos votantes quedan “huérfanos” sin una fuerza que represente sus ideas.
La posición en la que en último término se han visto abocados lo socialistas, no daba opción entre una decisión mala y otra peor sino que las dos eran peores. Y como era de esperar se tomara una decisión u otra, iban a ser muchos los que vieran las ventajas de la contraria.
En cualquier caso, el espectáculo dado ha sido penoso y ha situado al partido no sólo en una difícil situación actual sino en una difícil situación que remontar.
Durante la legislatura puede tomar dos opciones: o llegar a acuerdos con los populares o erigirse en una fuerte oposición para marcar las diferencias, ambas opciones malas de nuevo.
Si el motivo de la abstención ha sido asumir la responsabilidad para evitar unas terceras elecciones, esa misma responsabilidad le tendrá que llevar a mantener un gobierno estable llegando a acuerdos con el PP. Pero si llega a acuerdos, su margen de exigencia a los populares es escaso y una legislatura en la que no muestre una fuerte oposición al Partido Popular lo va a convertir en mera comparsa del gobierno conservador y va a mantener esa percepción de “gran coalición” que lo inhabilita como opción al PP en futuros comicios.
Por otra parte, si ejerce de fuerte oposición, la situación será de ingobernabilidad y por tanto dará lugar a nuevas elecciones en las que previsiblemente bajarán sus votos en favor de los populares.
A su favor juega la situación de Podemos, grupo que en principio pretende ocupar el espacio socialdemócrata pero al que su composición, sus decisiones y las formas que mantiene no le están acercando a este fin.
Podemos, internamente es un conglomerado formado por muchos grupos con ideas o intereses que no siempre coindicen y que lastran y condicionan sus decisiones. Decisiones que le han llevado por ejemplo en Navarra a gobernar en coalición con Geroa Bai –PNV- y Bildu,  confundiendo así sus reivindicaciones sociales con un PNV “tirando a la derecha” y con un independentismo poco compatible con una visión socialdemócrata, visión profundamente internacionalista. Por su parte, las formas de tinte revolucionario y de asamblea universitaria, si bien son aplaudidas por una gran parte de su electorado no se entienden desde sectores del centro izquierda de más edad o por votantes indecisos que aún estando de acuerdo con sus contenidos los perciben como más extremistas. Es evidente que para ganar unas elecciones hay que captar el voto más centrado.

¿Posibilidades? O algún grupo recupera el espacio socialdemócrata o dejara de ser una alternativa real dejando paso al pensamiento único, a una única opción, la neoliberal.