domingo, 29 de mayo de 2016

ETIQUETAS. TAN CERCA, TAN LEJOS.

Vivimos tiempos de análisis, de estadísticas y contra estadísticas, de miedos y revoluciones, de críticas y asuntos menores elevados a la enésima potencia, de enemigos de nuestro estatus y de realismo político incuestionable. Tiempo de etiquetas que encaminan opiniones.
Leo con interés algún artículo y entrevista al Sr. Mora con el que coincido en algunas ideas.
Nuestra sociedad ha sufrido un proceso de empobrecimiento en el que la pobreza es más extensa, más intensa y más crónica, en la que la desigualdad es cada vez mayor. Cada vez más hogares y personas son pobres, cada vez es mayor la dificultad para acceder a derechos básicos y cada vez cuesta más años salir de la pobreza.
Esta situación nos lleva a una sociedad en la que la diferencia entre ricos y pobres aumenta y no como consecuencia de una crisis puntual, sino de una crisis de modelo económico que hará -según las previsiones- que la desigualdad vaya aumentando de forma alarmante. El problema no es de escasez, sino de un reparto más justo y de prioridades políticas: una persona está mucho menos protegida que hace siete años, el sistema de protección básica es débil y escaso.
Pero éste no es el único problema estructural. El mundo no resiste el tipo de desarrollo que estamos llevando. No lo hace ni en el ámbito ecológico, ni económico, ni social.
Además, no podemos centrarnos en una sociedad asistencial que aporta recursos a los más necesitados, necesitamos políticas activas que desarrollen políticas de inclusión y de participación ciudadana. No podemos dar como caridad lo que en realidad es justicia. Hay que defender a los inmigrantes y a las personas sin hogar, hay que denunciar la situación de los Centros de Internamiento de Extranjeros, los recortes en Cooperación Internacional o la retirada de la tarjeta sanitaria a determinados colectivos.
Nos intentan convencer de que las cosas son así y no se pueden cambiar pero no es verdad. La sociedad puede cambiar y para eso debe movilizarse, generar nuevas experiencias que abran nuevos caminos.
El reto es político: sustituir esta política más económica que social, esta política que está abandonando el espacio público de protección legislando a favor de una economía liberal basada en la acumulación privada.
Las políticas sociales debieran centrarse en la adhesión a la Carta Social Europea que vela por la defensa de los Derechos Humanos, establecer una renta mínima garantizada en todo el Estado y una política migratoria y de cooperación internacional.
Las organizaciones sociales tienen que hacer ver -entre otras funciones- que fuera de los márgenes del sistema hay otras cosas que se pueden hacer, tienen que ensayar otro tipo de economía y estos cambios nos acercarían a la justicia social.
Como estamos acostumbrados a ponernos etiquetas, a buscar lo que nos separa y no lo que nos une, quizá algunos rechacen estas ideas por sonarles demasiado revolucionarias y quizá otros que hasta aquí venían aceptándolas, comiencen a dudar porque el señor con el que coincido, el Sr. Mora -Sebastián Mora Rosado-, es presidente de Cáritas España.
En ningún momento niego la existencia de documentos que confirman "la opción por los pobres" de la Iglesia,  mucho menos la labor de Cáritas y otras organizaciones religiosas en este tema pero me surgen dudas: reformas estructurales, redistribución más justa, aumento de la protección social, desarrollo sostenible, cambio social, sustituir la forma de hacer política, cambiar el modelo económico liberal ¿son afirmaciones en papel mojado?, ¿por qué estas ideas no se perciben como prioritarias en el seno de la Iglesia?, ¿por qué cuando hablamos de Cáritas no lo relacionamos con cambios en el  sistema económico?, ¿por qué los partidos que se adueñan del voto creyente no practican estas políticas?, ¿por qué estos conceptos sólo suenan a partido de izquierda?, ¿están tan lejos unos de otros o sólo es cuestión de etiquetas?.