domingo, 18 de marzo de 2012

TETRAPLEJIA SOCIAL.

Alejandro Llano -catedrático de Metafísica y ex rector de la Universidad de Navarra-, publicaba hace unos meses el artículo “Indignación y política: ¿Una nueva época?”, en el que valoraba al movimiento 15-M, valoración que en general era positiva tanto en lo que se refiere a sus contenidos como a sus formas.

Para sorpresa de muchos propios y de casi todos extraños, alababa en su artículo diversos aspectos de este movimiento. Me consta que algunos se vieron sorprendidos, nunca se les había pasado por la imaginación que esos jóvenes del 15-M pudieran coincidir en sus ideas con las de un profesor y ex rector de la Universidad de Navarra. Y otros, repensaron sus planteamientos desde el prejuicio según el cual sus propuestas no podían ser avaladas por tal profesor.

Sirvió también este artículo para plantearse la imagen que algunos medios han dado de estos movimientos. En unos, los acampados del 15-M eran un grupo de “perroflautas” sin oficio ni beneficio que junto a otros grupos de jóvenes violentos colapsaban las ciudades. En otros, y coincidiendo con la Jornada Mundial de la Juventud, los creyentes eran unas cuantas monjas que junto a niñas decolegios biencoreaban consignas como si estuvieran en un concierto de Justin Bieber.

Pero con gran acierto, Alejandro Llano valoró en su justa medida propuestas como la de repensar las formas de participación política desde la conciliación, hacerlo sin eludir temas complicados, fomentar la libertad de expresión, buscar el consenso como cuestión clave, llevarlo a la práctica desde la no violencia o conseguir que los jóvenes salgan de su pasotismo y se interesen por la vida pública.

El movimiento del 15-M fue un movimiento significativo: sacaron de un largo letargo el conformismo apático de toda la sociedad, fueron capaces de concentrar en sus manifestaciones a ciudadanos de diversas edades y situaciones sociales, y se ganaron las simpatías de una parte de la ciudadanía. El artículo de Alejandro Llano, creo que es representativo del compromiso con la sociedad que muchos creyentes mantienen como exigencia de su fe.

Esta coincidencia en las ideas de grupos aparentemente tan diversos, es al mismo tiempo la coincidencia de una importante parte de la población, pero: ¿dónde se han quedado los ciudadanos que supuestamente mantienen estos principios básicos de regeneración democrática y social?

Parece que el tan manido concepto de crisis, se extiende a un ámbito todavía más importante que el económico: la sociedad civil.

La tetraplejia social se perturbó levemente, pero volvió a recaer. Con poco más que conversaciones de pasillo y de máquina de café asistimos como observadores al espectáculo de políticos mediocres, partitocracias nada democráticas, representantes que no representan, especuladores millonarios a base de recortes salariales y sociales, escasos ámbitos de participación ciudadana... No vemos esfuerzos para crear un modelo más justo y más humano, no vemos empresas que cuenten a sus trabajadores como parte de la misma, ni da la impresión que las entidades bancarias sean flexibles con los parados que no pueden pagar su hipoteca.

La oportunidad de construir una sociedad más justa asentada en principios éticos, de modificar unas estructuras políticas y económicas que nos han llevado a esta situación y de reconstruir la vida política y social se van perdiendo. La sociedad civil que cobró conciencia el 15-M, la que persigue desde su fe una sociedad mejor está -al menos aparentemente-, desaparecida.

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