viernes, 6 de abril de 2018

TE RECUERDO AMAIA

Vayan por delante mi enhorabuena y mis aplausos para Amaia por sus canciones.
He escuchado sus temas, sus entrevistas y sus directos infinidad de veces. Es lo que tiene tener una adolescente en casa-: yo creo que mi televisión se sintoniza automáticamente en el canal en el que ella está y pocas veces me han puesto tan nervioso en una línea de salida como para coger esas entradas que si se hubieran agotado sin conseguirlas, hubiera tenido que pedir asilo político.
Mi casa es como la de los demás y ese es el impacto que Amaia –y también sus compañeros- han causado en jóvenes y en muchos que ya no lo somos tanto.
No quisiera ser aguafiestas. Bueno, un poco sí.
Un poco sí, porque si ya veo el subidón que supone a mis alumnos sacar la selectividad y entrar en los estudios que les gusta, no alcanzo a comprender el impacto que para una chica más o menos de su edad tiene que suponer pasar del anonimato de Mendillorri,  del instituto, del conservatorio, a ser -de la noche a la mañana- no sólo ganadora de un concurso de televisión, sino a convertirse en portada de revistas, a acumular miles de seguidores, a estrella de programas de radio y televisión, a giras internacionales y lo más importante: a “tirar el cohete” en febrero, mientras miles de personas corean su nombre.
No quiero trasmitir pesimismo, sólo prudencia que mantenga sus pies en el suelo.
Empezar desde lo mas alto no es fácil. No sólo por esa subida a velocidad de fórmula uno. Sino porque desde allí arriba cualquier pequeño descenso puede parecer un fracaso, mantenerse siempre en la cumbre es prácticamente imposible y entre lo más probable está descender. Desde la cima del Everest cualquier otra cima parece pequeña y cualquier descenso puede convertirse en frustración.
Por si esto fuera poco, las cadenas de televisión, los medios en general y el público somos muy volubles, nos vendemos al mejor postor. Y seguro que alguien habrá que haga todo lo posible por llevarla a otros terrenos que no sean ni el de la canción ni el de su forma de ser.
Espero que sepa librarse de los políticos, especialistas en arrimarse al árbol con la sombra que mejor cobija y a abandonarlo cuando ya no les es útil.  De los que con motivo o sin él le busquen novios o novias. Y que tenga en cuenta que si alguna vez sale en un programa del corazón hablando de su vida privada, en Pamplona habrá un suicidio colectivo.
No sé si al salir de la academia la productora de OT se dedica sólo a los conciertos, pero no estaría de más que una vez acabado el concurso siguiera aconsejando a sus alumnos para que el éxito no los absorba y desaparezcan en el intento.
Amaia ha tenido la suerte de triunfar –entiéndase por suerte ese pequeño factor que ha llegado tras los estudios, el tiempo, la dedicación, la educación que ha recibido… -, pero con esa suerte ha llegado también la responsabilidad de ser una chica que con sus compañeros de academia ha dado una imagen de la juventud que siempre olvidamos porque sólo nos fijamos en lo malo. Ha llegado la responsabilidad de ser modelo para muchos que seguirán no sólo sus canciones, también su forma de ser y de comportarse.
Dejo aquí de usurpar el papel de padre.
Con su interpretación de la canción de Víctor Jara “Te recuerdo Amanda”, Amaia tuvo el detalle de volvernos a los más maduritos a la juventud. Queremos escucharla y disfrutarla durante muchos años, queremos tararear sin darnos cuenta sus temas y que no se pierda por el camino para que nunca tengamos que entonar una versión titulada “Te recuerdo Amaia”.

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