lunes, 21 de agosto de 2017

LOS PRINCIPIOS DE LOS HERMANOS MARX.

Primero inventaron el neolenguaje, luego la posverdad y ahora se han atrevido con la neológica o la post-coherencia. Con la llegada de la crisis aprendimos de mano del gobierno que un “gravamen adicional” es una subida del IVA, que “movilidad exterior” es emigrar cuando no tienes trabajo en tu país, que un “afloramiento de bases” es una amnistía fiscal y que cuando hablan de “copago farmaceútico” se refieren a pagar dos veces los mismos medicamentos.
Más tarde llegó la llamada posverdad. Posverdad, que en realidad quiere decir que no importa que sea verdad o que no. Importa que sea emocionalmente aceptada y creída, aunque no sea verdad. Se ha acusado de utilizarla a los partidarios del Brexit, a Donald Trump y tanto a los partidos tradicionales como a Podemos. Algunos han dicho que la posverdad ya hace tiempo que tenía nombre, se llamaba “mentira”. 
En cuanto a la neológica o post-coherencia no es un fenómeno nuevo. No sé si será mucho decir “desde siempre”, pero estamos bastante acostumbrados a que los principios de un partido, lo que afirma en campaña electoral y las decisiones que toma cuando tiene la posibilidad de gobernar no sean correlativos, incluso sean contradictorios. 
Ahora, con un gobierno en minoría que necesita apoyos para sacar adelante leyes y presupuestos, se vuelven a poner de manifiesto este tipo de actos queriendo convencernos de que la llamada responsabilidad política, decisiones de progreso o falta de alternativas –sobre todo si no se buscan- son la coherencia por encima de la tradicional coherencia, son la nueva lógica que quiere hacernos creer en la invalidez de la ley transitiva. Y esto además nos toca de cerca. 
El Partido Popular saca adelante sus presupuestos con el apoyo entre otros del PNV, apoyo conseguido a cambio de una renegociación del cupo vasco. Un éxito negociador del PNV con grandes rendimientos para su comunidad a costa de dejar de importarle –al menos deja de estar entre sus prioridades- los casos de presunta corrupción que implican al PP. De esta forma el Partido Popular se refuerza con los apoyos de Ciudadanos y PNV frente a Unidos Podemos y el Partido Socialista. 
Ya situados en la época de la post-coherencia, el PNV apoya en Madrid al PP mientras que en Navarra -integrado en Geroa Bai- gobierna frente al Partido Popular. Al mismo tiempo, el PNV en su “coalición para el gobierno navarro” gobierna con los mismos partidos a los que se enfrenta en Madrid. 
Madrid: Partido Popular, Ciudadanos y PNV frente a Unidos Podemos y Partido Socialista. Navarra: PNV, Bildu y los partidos de Unidos Podemos frente a UPN, PP y a un “abstenido” Partido Socialista. En este mundo de la post-coherencia, los partidos navarros de izquierda no nacionalista gobiernan en coalición con los partidos de centro-derecha nacionalista. Como si todo el progreso viniera del nacionalismo y todo lo no nacionalista fuera reaccionario. 
El regionalista UPN, critica al PNV navarro porque el acuerdo del PNV en Madrid no ha beneficiado a nuestra comunidad, al mismo tiempo que UPN viene dado su voto incondicional a los populares sin negociación al estilo del cupo vasco. 
Y entre unos y otros un Partido Socialista entre Pinto y Valdemoro. 
Será deformación profesional o incomprensión de la “lógica política”, si puede llamarse lógica. Será un cóctel de pesimismo democrático aderezado por fiscales anticorrupción que presuntamente dificultan las investigaciones anticorrupción. Pero la desesperanza se va apoderando de la confianza que quizá con demasiada alegría habíamos supuesto a un sistema democrático, de la confianza en unos partidos con unos principios como los de los hermanos Marx: si no le gustan estos principios, tenemos otros.

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