Conseguir una foto en la que miembros del PP,
del PSOE, de IU, de la patronal y de los sindicatos posen juntos es difícil.
Más difícil todavía que lo hagan porque han llegado a un acuerdo. Sin embargo la
foto ha salido perfecta y al completo: todos retratados en torno a las tarjetas
negras de Caja Madrid y Bankia.
Veintiocho consejeros propuestos por el Partido
Popular, quince por el Partido Socialista, cuatro por Izquierda Unida, seis por
Comisiones Obreras, cuatro por UGT y dos representantes de organizaciones
empresariales. “Financiados” todos desde la dirección por los también usuarios
Blesa y Rato, han acordado –unos más y otros menos- financiarse viajes, vino de
500€ botella, varios miles en lencería fina y alguna presunta cana al aire. Y
esto mientras los jubilados que habían invertido en preferentes se quedaban sin
un euro y mientras los ciudadanos comprábamos la entidad por unos 20.000
millones.
Ahora todo el mundo se rasga las vestiduras, aunque
todavía algunos partidos dudan si expulsar a sus miembros implicados.
En esta dinámica de corrupción aireada los
últimos años la ignorancia se impone: nadie sabe nada. Por tanto, podemos
augurar de paso nuestra caída libre en el informe PISA: inspectores de hacienda
y un antiguo ministro no saben que tienen que declarar sus gastos; partidos,
sindicatos y organizaciones patronales no saben qué hacen sus consejeros en
estas entidades, algún miembro de la realeza a la que se le supone una
educación alta y elitista no sabe de donde saca el dinero su marido, durante
más de 30 años nadie sabe nada de las
comisiones de Pujol … y luego los escolares tienen que saber hacer raíces
cuadradas, comprender un texto y programar un aire acondicionado. ¡Seamos
coherentes!
Mal está la corrupción personal, los amiguismos
y las obligaciones mal entendidas. Pero peor está que los grupos a los que
pertenecen estos individuos y las instituciones encargadas de auditar las
entidades no sean capaces de controlar las acciones de sus miembros. A unos hay
que condenarlos por delincuentes y a otros hay que echarlos por incompetencia.
Como ocurre en la ciencia, cuanto más sabemos
mas queremos saber, más dudas tenemos y más sospechas nos rondan.
Queremos saber, tenemos dudas y sospechamos que
lo que ha ocurrido en Caja Madrid y Bankia haya ocurrido también en otras cajas.
Nos quedamos con las ganas de conocer todos los detalles de los tejemanejes que
antes y después de 2010 han afectado a las 45 entidades entonces existentes. Es
comprensible por tanto que nos quedemos con la mosca detrás de la oreja hasta
que nos muestren con total claridad que se ha hecho con el dinero de todos.
La mosca detrás de la oreja que nos lleva a
preguntarnos si la mayoría de los corruptos conocidos son sólo peones y cabezas
de turco de un sistema organizado, entretejido por grandes empresas, partidos,
sindicatos y banqueros remando todos al mismo compás: aprovecharse de sus
posiciones preeminentes, “expropiar a los ciudadanos” y como vasos comunicantes
ir pasando ellos y el dinero de lo público a la empresa privada, de la empresa privada
al político, de tu cargo a mi consejo de administración y a ti unas subvenciones
mientras miras para otro lado.
Al principio de los 80 Manuel Summers dirigió
una película titulada “To er mundo é güeno”, grabados con cámaras ocultas
ciudadanos anónimos soportaban bromas pesadas con la mejor de sus caras. A
mediados de la segunda década del siglo XXI “er mundo” parece seguir siendo
bueno o al menos parece tener paciencia infinita para soportar lo que soporta
sin llegar a mayores.
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