“... y nuestra ira contra la
injusticia sigue intacta”.
El movimiento de los indignados
se concretó el 15 de marzo de 2011 en España y pasó a denominarse desde
entonces movimiento del 15-M. Esta movilización se había originado en Francia
pero no alrededor de la primera década del siglo XXI, sino a finales de los
años 30 porque como dice Stéphane Hessel “el motivo básico de la Resistencia
fue la indignación”.
Hessel nació en Berlín en 1917 en
una familia alemana judía que en 1925 se instaló en París. Se integró en la
Resistencia en 1941 y en 1944 cuando realizaba una misión secreta fue capturado
por la Gestapo. Torturado y condenado a muerte fue deportado
al campo de concentración de Buchenwald de donde se fugó
intercambiando su identidad por la de otro preso que había muerto, tras otra
captura y otra evasión fue parte de las tropas americanas que tomaron París en
1945. Después de la guerra trabajó como diplomático y participó directamente en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En 2010 -con 92 años-
escribió un pequeño ensayo de apenas treinta páginas titulado “¡Indignaos!”,
murió el pasado 27 de febrero a los 95 años.
Sin pretenderlo este ensayo se
extendió como la pólvora, fue publicado en cien países y se convirtió en la
inspiración de miles de ciudadanos que en todo el mundo se han identificado con
esta exclamación:¡Indignaos!
Stéphane Hessel cuenta su paso
por la Resistencia francesa, habla del movimiento social que se aglutinó en
torno a ella tras el final de la guerra mundial y de la creación de un plan
nacional de salud y seguridad social. Dice, que la idea sobre la que se
organizó la sociedad al acabar la guerra fue que el interés general debe
dominar sobre los intereses particulares. Y con la autoridad que le da su vida
llama “a la generación joven a vivir, trasmitir el legado de la Resistencia y
sus ideales. Tomen nuestro lugar, ¡Indígnense!”.
Explica que en su época, el
atropello que constituyó el nazismo era más evidente que el atropello
actual, y que por eso volverse militante
y comprometido era más fácil. Ahora anima a los jóvenes a mirar y buscar las
cosas intolerables, porque por poco que busquen encontrarán motivos para la
indignación. La alternativa es la indiferencia, la peor de las actitudes.
Mirar, indignarse y comprometerse
es el camino para una sociedad más justa.
Algunos
jóvenes cogieron el testigo de Hessel y se indignaron aquí y en muchos otros
países. Pero como los alumnos en vísperas de examen podemos preguntarnos ¿y
esto para qué sirve?
Esa falta de aparente utilidad,
de concreción en un movimiento o partido político al estilo clásico ha sido una
de las principales críticas al movimiento de los indignados. Sin embargo va
pasando el tiempo, se ha ido agudizando la crisis y la
actividad de los indignados ha ido
aumentando porque tal como decía Hessel, han mirado a su alrededor.
En España han sido especialmente
activas las plataformas relacionadas con los desahucios, los pueblos y comarcas
que se han movilizado para no perder servicios médicos y las mareas de todos los colores que denuncian el
desmantelamiento del estado del bienestar. Pero en Italia han ido más allá.
Para bien o para mal el
“Movimiento 5 estrellas” encabezado por el cómico Beppe Grillo ha conseguido
convertirse en la tercera fuerza del país aglutinando a millones de italianos
indignados con sus políticos, sus corrupciones y su incapacidad para trabajar
por el bien general. Para bien o para mal digo, porque la indignación de la
población puede servir para forzar a que de
una vez por todas se lleve a cabo la imprescindible regeneración de la vida
pública o puede servir para que desde el “antipartidismo” acabemos en una
“antidemocracia” disfrazada de indignación.
En España parece que nuestros
partidos no están demasiado afectados por la indignación ciudadana. Siguen
inmersos en sus problemas internos, acusaciones de corrupción y explicando que
el deber de un gobierno no es cumplir sus
promesas electorales. Siguen con su paripé de honradez y de transparencia al mismo tiempo que aumentan los
presuntos corruptos y la sensación de opacidad. La información que debiéramos
haber conocido desde siempre: cómo se gasta nuestro dinero, se hace ahora
pública en un alarde de claridad y nos proporciona más motivos de indignación:
miles de euros en dietas por viajes que no se hacen, políticos que cobran
sobresueldos por asistir a mítines, reuniones fantasmas o inútiles pagadas a
precio de oro.
Saber asumir la indignación y
darle respuesta dentro de los cauces democráticos nos abrirá al futuro, no saber
hacerlo nos retrotraerá al pasado.
“Crear es resistir; resistir es
crear.” Stéphane Hessel
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