lunes, 4 de junio de 2012

¿QUÉ QUIERES SER DE MAYOR?


El tiempo pasa sin darnos cuenta y sin darnos cuenta van llegando etapas en las que tenemos que tomar decisiones.
Comenzamos en infantil eligiendo el centro para nuestros hijos y acabamos –o mejor dicho, acaban- eligiendo el trabajo al que se quieren dedicar y los estudios correspondientes para llegar a alcanzarlo.
Mientras el propio sistema nos va llevando de primero a segundo y así progresivamente no hay problema. Pero rondando el final de la ESO las decisiones ya van siendo vinculantes, ya nos van llevando en una dirección u otra y ya no nos vienen dadas.
Alguna optativa en tercero, los itinerarios de cuarto, ciclo medio o bachillerato, qué bachillerato, qué optativas, qué opciones en selectividad, qué estudios superiores...
Aunque el ideal sería comenzar por el final, saber a dónde se quiere llegar no es lo habitual. Es la época del desconocimiento, de las dudas, de las valoraciones y también de los errores: los padres tenemos que aconsejar pero no decidir, no hay que centrarse en unos estudios muy concretos sino en un ámbito, no hay que escoger por eliminación o porque mis amigos toman esa opción.
Conforme vamos avanzando en el sistema educativo, las decisiones nos van encarrilando más y por tanto son más importantes. Ya 4º de la ESO exige una decisión que nos llevará en principio a un ciclo medio, a un bachillerato u a otro. Ninguna decisión es irrevocable, pero mejor acertar que no hacerlo.
Algunos alumnos lo tienen más o menos claro, pero aún así ciclos medios hay muchos y opciones en bachillerato también: cambiar de opinión cada quince días suele ser habitual y desesperante para hijos y padres. Información hay mucha, pero como tantas decisiones en la vida es un salto hasta cierto punto controlado pero también desde el desconocimiento de muchos factores.
Llegados a esta altura –4º, bachillerato, ciclos- la decisión tiene que ser del alumno. Escucharán al orientador de su centro, opiniones varias y el consejo de sus padres; pero cursar por ejemplo bachillerato por obligación y sin ganas de estudiar es muy complicado, duro y con grandes posibilidades de acabar en fracaso. Si vemos que su decisión está tomada por pura vaguedad o por continuar con sus amigos tendremos que jugar entre el consejo y el convencimiento, el imperativo si no lo utilizamos mejor.
Tan malo puede ser que no nos atraiga nada como que nos centremos en un único grado. Es mejor tener un campo más amplio -sanidad por ejemplo-, que cerrarse sólo en uno: si no consigo la plaza en fisioterapia y no quiero hacer otros estudios vinculados con el bachillerato que he cursado me quedo sin opciones.
Si se escoge por eliminación o por seguir con los amigos se puede acabar en un callejón en el que la única salida son unos estudios que no me gustan y un trabajo que tampoco quiero. En todas las vías que tome y por mucho que me guste la que elijo, va a haber alguna materia que no me atraiga o que se me de mal; por eso, si me interesan los estudios sanitarios no puedo renunciar a ellos por quitarme las matemáticas, si lo hago ¿qué estudios cursaré cuando acabe este bachillerato? Si escojo por no separarme de mis amigos ¿estudiaré lo mismo que ellos aunque no me guste?
La elección debiera ser el combinado de tres factores: qué me gusta, qué se me da bien y qué posibilidades de trabajo tengo. Hoy por hoy parece que lo del trabajo está más o menos igual en todas las opciones aunque siempre hay estudios que también en tiempo de crisis tienen más salidas que otros. El equilibrio no es fácil, hay que buscar la mejor opción para que haga lo que haga, en mi campo sea lo mejor posible; y difícilmente lo seré sin trabajo, esfuerzo y constancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario