A nadie puede sorprender
que un gobierno tome decisiones polémicas. Podemos mantener posturas diferentes
frente a infinidad de temas e incluso es bueno que las mantengamos y las
contrastemos: podemos discrepar por ejemplo sobre si es mejor endeudarse o
reducir el déficit, congelar las pensiones o gravar a las grandes fortunas,
recortar en educación o en gastos de defensa. Lo que si me sigue sorprendiendo,
es que una vez tomada una decisión se nos intente hacer comulgar con ruedas de
molino o, como se diría ahora, se nos quiera vender la moto.
No sé si se me escapa algo,
pero creo que hacer dos sudokus en media hora es más difícil que hacer uno,
siempre que su dificultad y mi habilidad para hacerlos permanezcan iguales. O
sea, que si en una actividad intervienen un número determinado de factores y
uno de esos factores se complica manteniéndose el resto igual, la actividad en
su conjunto se complica.
Si un ginecólogo atiende a
cuatro pacientes en una hora y los recortes en sanidad le obligan a atender a
seis con el mismo ecógrafo, el mismo equipo, sus mismos conocimientos y
habilidades; parece evidente que la dedicación a cada paciente no será la misma
y por tanto mermará la calidad de la atención que se le presta a cada uno. De
la misma manera, si un profesor de una materia de dos horas semanales atiende a
un total de doscientos veinticinco alumnos en grupos de veinticinco, los
atenderá mejor que si tiene a trescientos alumnos en grupos de treinta –siempre
que los alumnos y los recursos utilizados, como parece que es el caso, sean los
mismos-.
Es verdad que esta es una
primera aproximación al tema ya que cada Comunidad Autónoma aplicará los
recortes en las partidas que considere oportunas, pero creo que no es aceptable
que el Gobierno con su Ministro de Educación a la cabeza, seguido de varios
consejeros autónomos, de comentaristas y de tertulianos varios, argumenten que
esto no supone una merma en la calidad de la enseñanza.
Los argumentos que se
esgrimen son variados, algunos de lo más burdos y otros con cierta lógica pero
a mi entender incompletos o al menos imprecisos.
Leo en un periódico de
tirada nacional que el número de alumnos por profesor no influye en los
resultados ya que en los años 70 la ratio era el doble que la actual y los
resultados eran mejores. Por la misma regla de tres podemos decir que el carné
por puntos es inútil porque en los años 70 no existía y había menos accidentes.
¿Pueden compararse los resultados académicos sin tener en cuenta el tipo de
educación, la relaciones familiares, la consideración del profesorado? ¿Puede
compararse el número de accidentes sin tener en cuenta el número de coches y
las características de los coches actuales frente a las de los años 70?
Evidentemente no. Muchos de los profesores actuales fuimos alumnos de clases de
cuarenta, conocimos como funcionaban esas aulas y como funcionan las actuales
con veinticinco o treinta alumnos; la diferencia es manifiesta.
Otros argumentos recurren
al informe PISA para afirmar que según dicho informe la ratio no influye en los
resultados ya que en países con una
ratio superior los resultados son mejores. Las peores mentiras son las verdades
a medias.
Si tomamos exclusivamente
el dato de alumno por profesor la afirmación en sí se ajusta al informe, pero
es una simplificación. Junto a la consideración de la ratio habrá que tener en
cuenta por ejemplo que en España, el porcentaje del producto interior bruto que
se invierte en educación es inferior a la media, que la metodología didáctica
es diferente a la de otros países o que el concepto de trabajo, familia,
prestigio en los países o lugares que ocupan los primeros puestos – Shangai,
Corea, Finlandia, Honk Kong y Singapur-
es muy diferente.
El argumento de la relación ratio-resultados en la pública
y en la concertada parece en principio más consistente y en términos generales
correcto. Pero como en el caso anterior habrá que hacer una consideración más
detallada: el nivel académico y los resultados de un centro público que acoge
el mismo tipo de población en cuanto a nivel cultural, económico, etc. ¿son
proporcionalmente peores que los obtenidos en un centro concertado? ¿los
recursos en cuestiones de disciplina son los mismos? ¿la valoración que padres
y alumnos hacen del colegio concertado es la misma que se hace del centro
público?... Si las respuestas son afirmativas habrá que replantearse la
eficacia de la enseñanza pública y modificar no sólo el factor de número de
alumnos. Si son negativas no podemos comparar la relación ratio-resultados
entre estas redes educativas.
El sistema educativo no está para muchos trastornos sino
todo lo contrario. Como en el título del famoso libro, aquí también, más es
menos.
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